El 5 de diciembre marca el Día Mundial del Suelo, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de este recurso vital. El suelo no es solo la parte superficial de la tierra; es el fundamento de la vida en nuestro planeta. Este sistema vivo sustenta la agricultura, regula el clima y mantiene la biodiversidad. En un solo puñado de suelo fértil, podemos encontrar más microorganismos que personas en todo el mundo. Estos pequeños seres desempeñan funciones cruciales, como descomponer materia orgánica, reciclar nutrientes, filtrar agua y ayudar a mitigar el cambio climático al almacenar carbono. Sin ellos, nuestros ecosistemas colapsarían.
No obstante, el suelo enfrenta diversas amenazas, como la deforestación, la urbanización, las prácticas agrícolas insostenibles y el cambio climático. Estas amenazas están degradando los suelos, lo que afecta directamente la producción de alimentos y pone en riesgo la vida de millones de personas. Este ciclo vicioso se agrava: a medida que degradamos los suelos, su productividad disminuye, lo que a su vez aumenta la presión sobre los ecosistemas para satisfacer nuestras necesidades.
Desde El Salvaje, Chacras Marítimas, el primer emprendimiento ambientalmente sustentable de la costa atlántica, reafirmamos nuestro compromiso con la preservación del suelo y el ecosistema. Implementamos políticas de conservación, como un plan de reforestación que incluye exclusivamente especies autóctonas como talas, álamos, pinos, eucaliptos, plátanos y acacias. Mantenemos las geoformas de la superficie y respetamos la baja densidad poblacional, determinada por la geografía y las dimensiones del terreno. Además, buscamos equilibrar la intervención humana con la preservación del entorno original.
Nuestras prácticas también incluyen la delimitación de la demanda de recursos naturales, garantizando el suministro de agua para las generaciones futuras y programas de aplicación de energías sustentables y separación de residuos. En este Día Mundial del Suelo, es fundamental que tomemos conciencia y cambiemos nuestra perspectiva. No podemos seguir considerando el suelo como algo dado, infinito e inmutable. Aunque requiere un compromiso y acción colectiva, desde pequeñas prácticas como el compostaje y la agricultura orgánica hasta políticas globales que promuevan la conservación del suelo, cada acción cuenta.
Cuidar del suelo es cuidar de nosotros mismos, de nuestro futuro y del de las generaciones venideras. Es hora de actuar y preservar este recurso invaluable. Recordemos que el suelo es un sistema vivo que necesita nuestra protección y respeto. Solo así podremos asegurar un futuro sostenible para todos.