El debate presidencial del 10 de septiembre de 2024 entre Donal Trump y Kamala Harris marcó un momento clave en el camino hacia las elecciones de noviembre. Celebrado en el National Constitution Center de Filadelfia y moderado por ABC News, este enfrentamiento de 90 minutos fue un escenario cargado de tensiones, donde ambos candidatos se enfrentaron sobre temas fundamentales para los votantes: economía, derechos reproductivos, crisis migratoria, seguridad nacional y cambio climático.
Donald Trump, fiel a su estilo combativo, intentó desviar la mayoría de las preguntas hacia la inmigración, un tema central en su campaña, y lanzó ataques directos no solo contra Harris, sino también contra el actual presidente Joe Biden. Trump utilizó buena parte de su tiempo para criticar la gestión demócrata, especialmente en relación a la crisis en la frontera y los problemas económicos que, según él, están afectando a las clases trabajadoras en Estados Unidos.
Por su parte, Kamala Harris mostró una estrategia más medida y enfocada, lo que le permitió abordar con claridad la mayoría de los temas propuestos. Aunque tuvo menos tiempo de palabra que Trump, según análisis de The New York Times, Harris supo mantenerse firme y rebatir los ataques de su oponente sin perder la compostura. De acuerdo con la campaña de Harris, su equipo se mostró satisfecho con su desempeño, destacando que logró hacer que Trump mordiera el anzuelo en varios puntos del debate.
Uno de los momentos más tensos ocurrió cuando se discutió el asalto al Capitolio en 2021. Harris señaló la responsabilidad de Trump en incitar la violencia y cuestionó su compromiso con la democracia, lo que provocó una fuerte respuesta por parte del expresidente, quien acusó a los demócratas de explotar el evento con fines políticos. Este intercambio reflejó el tono general del debate, en el que ambos candidatos intentaron proyectar fuerza ante un electorado polarizado.
Además, el tema del cambio climático generó un interesante contraste entre las posiciones. Harris abogó por políticas más ambiciosas para combatir la crisis climática, mientras que Trump defendió su postura de priorizar la economía y los empleos sobre las regulaciones ambientales, argumentando que las políticas verdes perjudican a la industria estadounidense.
Este debate dejó en claro no solo las diferencias ideológicas entre los candidatos, sino también sus enfoques contrastantes sobre cómo liderar el país en un momento crítico. Para muchos expertos, aunque no hubo un ganador claro, Harris salió mejor parada gracias a su enfoque metódico y su capacidad para no caer en provocaciones, lo que fue clave para muchos analistas políticos.
En términos de impacto en los votantes, los debates presidenciales siguen siendo una herramienta crucial en la democracia. La renuncia de Joe Biden a su reelección luego del primer debate contra Trump son una muestra de como ofrecen a los ciudadanos la posibilidad de ver cómo los candidatos manejan situaciones de presión y responden en tiempo real, algo que puede ser decisivo para aquellos que aún están indecisos. El debate Trump-Harris no fue la excepción, ya que planteó preguntas sobre la capacidad de ambos candidatos para liderar un país que enfrenta desafíos significativos en materia de economía, derechos civiles y política exterior.