El fallecimiento del ídolo argentino fue motivo de tristeza para el mundo del fútbol, del deporte, del pueblo argentino y no olvidemos Nápoles -que lo considera el último hijo napolitano.
Un impacto muy fuerte saber que el 10, el "Dios" ya no estará físicamente entre nosotros. Quizá por primera vez, el Diego estará en paz, esa paz que no consiguió en este mundo, donde la fama y los sanguijuelas de la vida le succionaron la sangre y su felicidad. Años vividos muy intensamente dejando una huella en el deporte, muy difícil de superar y olvidar.
Seguramente mucho se hablará sobre los excesos que le hicieron perder años de vida, motivando que deje este mundo contando solo 60 años. Pero también se hablará de los momentos en los que nos dio felicidad.
Maradona incursionó en otros ámbitos donde siempre se lo quiso usar aprovechando su popularidad,. No fue igual de exitoso ya que allí construyó grietas que el deporte hacía desaparecer.
¿Quién no se emociona hasta las lágrimas al recordar los goles en el mundial del 1986 a los ingleses?
¿Quién nos permitió desahogarnos después de tanto dolor, muerte y lágrimas ocasionadas por la guerra por la recuperación de nuestras islas Malvinas?
Maradona nos dejó físicamente, pero vivirá en el recuerdo de todos como el ídolo que es, no como un dios que algunos quisieron adorar y transformar en negocio.
Un ejemplo de lucha, naciendo en uno de los lugares más humildes de nuestra patria, Diego peleó para llegar y lo logró. Esto también nos muestra que la pobreza no es sinónimo de fracaso o falta de futuro.
Una enseñanza: Cuidar la vida es lo más importante;
Un consejo: no abandonar la familia por quienes solo nos rodean por la fama o el poder; Un último mensaje póstumo: solo hay un Dios.
Hasta siempre Diego, el mundo seguirá coreando Maradooooooooooooo!