El flamenco vuelve a presentarse en Buenos Aires, para rendir homenaje a García Lorca en el Teatro Avenida. La poesía plasmada en el baile, la música y la actuación inicia su aventura cuando abre el telón: marionetas y abanicos en fosforescente sobre negro inician su peregrinaje a través de un escenario despojado, donde minutos más tarde, seis músicos y cantaores proyectan su sombra sobre un cielo azul mediterráneo impecable.
Cambia la luz y el horizonte se tiñe de violeta, se escucha una voz que recita, -?Soledad ¿por quién preguntas sin compañía y a estas horas?? Y la platea recuerda al poeta gimiendo canciones redondas en el Romance de la Pena Negra y así, inmersos en el planeta lorquiano cantamos en silencio ¡Soledad, qué pena tienes! ¡Qué pena tan lastimosa! Lloras zumo de limón agrio de espera y de boca. Así es como la presencia encantadora de Juan Carlos Puppo invita a sucumbir al ritmo del embrujo español mientras una soledad Montoya en negro y rojo baila su llanto.
Un instante oscuro nos separa de ?la casa de Bernarda Alba? donde el negro del duelo refleja el drama de las hermanas en pleito por sucumbir al mismo amor, aquí las bailarinas actúan la escena dirigidas por la genial Dora Prince en la piel de Bernarda Alba.
En el cuarto cuadro Jorgelina Amendolara interpreta a Yerma en una versión libre de esa obra acompañada por Ivan Carrillo Jimenez como Juan y de Aimara Bianquet quien despliega su danza como Fertilidad. El ritmo y la actuación impecable de sus protagonistas magnifican el recuerdo de una obra intensa ?Te diré, niño mío, que sí. Tronchada y rota soy para ti. ¡Cómo me duele esta cintura donde tendrás primera cuna! ¿Cuándo, mi niño, vas a venir??, cantaban los versos del poeta.
Y nuevamente la voz de Juan Carlos que recita: -?Moreno de verde luna, anda despacio y garboso... A la mitad del camino cortó limones redondos, y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro?. Aquí un Claudio Arias extraordinario interpreta con su arte a Antoñito el Camborio, ese gitano de piel aceituna que se bambolea altanero y jactancioso con orgullo por su estirpe.
?A las 5 de la tarde?, dice el poeta y Claudio Arias inicia la interpretación de ?Llanto por Ignacio Sanchez Mejías? que continua con ?... por las gradas sube Ignacio con su muerte a cuestas?.
Así llegamos a la espléndida ?Bodas de Sangre? donde, entre huidas y persecuciones una voz asevera que los desafíos se pagan con la muerte. Las sensaciones se intensifican y arman un romance apasionado con los cuerpos que se acompasan, se tocan, se equiparan se elevan hasta danzar al ritmo de la lirica que los contiene. En un rito de disputa por una mujer se enlazan en un duelo cuyo destino final no tiene triunfadores.
Entre desazones y alegrías se sucedieron fragmentos del Romancero Gitano, del Poema del Cante Jondo, Bodas de Sangre al ritmo de bulerías, taconeos, zapateos, golpeteos y palmas a partir de los cuales el flamenco toma vida.
Este musical sobre la obra del gran dramaturgo granadino es una creación de Jorge Mazzini, autor que además de responsable del diseño coreográfico integral y Director General, acompañado por Rodrigo González en la dirección musical. La coreografía es de Fabiana Pouso y la acompañaron Jorgelina Amendolara y Claudio Arias. Pablo Bonet es el responsable de un vestuario tradicional sobre la base del vestido entallado con curvas en las caderas y volados pero con el toque adicional de distinción dado por colores intensos, sin brillos ni aditamentos. Muy buenas combinaciones incluso en el vestuario masculino, todo en su conjunto presenta un toque de distintivo de elegancia y clase.
Cantaores, músicos, bailaores, ballet y actores comparten escenario en un espectáculo de flamenco tradicional donde con absoluta maestría se ha logrado ensamblar poesía, música, canto y danza para interpretar con fuerza y pasión el verdadero espíritu flamenco. Una producción ambiciosa, visualmente impecable y con gran impronta emocional. Se puede escuchar en el baile y moverse en el canto, uno expresa con su voz mientras el otro interpreta en movimientos así es como se funden dramas y alegrías en un grito apasionado con fondos de guitarras.
El espectáculo inicialmente invita y luego, paulatinamente, involucra al espectador en una serie de fragmentos dramáticos acompañados por la poesía de Lorca tan bien fusionada. El baile en conjunto es excelente y el escenario acompaña con su luminaria. Mientras, el auditorio en absoluto mutismo, persigue a los personajes que pasean sus emociones y mutan sus rasgos faciales del dolor a la pasión con una corrección exquisita.
El Flamenco prioriza la pasión, solo queda dejarse llevar, disponible, relajado, a la espera de un éxtasis mayor.