El tema inmigratorio esta una vez más en la consideración de los medios de comunicación. Esto es así debido a la reciente decisión del Gobierno del Estado de Arizona de aprobar una estricta ley que considera a la inmigración ilegal como un delito, posibilitando la expulsión de aquellos que se encuadren, según la nueva ley, en dicha condición.
Esta norma no alcanza a ocultar su carácter xenófobo, siendo considerada la más dura entre las leyes aprobadas sobre la materia hasta el presente en los Estados Unidos donde en la actualidad viven unos 12 millones de inmigrantes ilegales. Su aprobación ha generado una fuerte crítica por parte del Presidente Barack Obama.
La gravedad de esta acción no es sólo por la naturaleza de la ley sino también por la forma en la que la misma opera, ya que ella permitirá el arresto de aquellas personas sobre las cuales pese una duda razonable respecto de su condición migratoria irregular o sea ilegal.
Arizona posee cerca de medio millón de inmigrantes considerados como ilegales, en su mayoría provenientes de México. Esto suscitó la reacción del Gobierno mexicano a través de su Secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantellano quien manifestó que su país lamenta que se haya aprobado una ley que afecta potencialmente los derechos humanos de miles de mexicanos?.
La problemática en cuestión no se agota en lo sucedido en este Estado estadounidense, ya que se observa en el mundo una ola creciente de rechazo y hostilidad hacia los inmigrantes, con manifestaciones racistas contra personas que contribuyen a la grandeza de cada uno de los países en los que eligieron vivir, en los cuales aportan con su trabajo cotidiano en todo tipo de tareas, muchas de las cuales los nacionales de esos países ya no quieren llevar a cabo.
Un dato sorprendente indica que en los últimos diez años unas 250 millones de personas eligieron emigrar buscando mejores oportunidades, para ellos y sus familias, a las ofrecidas por sus países de origen, incluso poniendo en riesgo sus propias vidas. Estas personas, además del contexto hostil representado por las acciones antiinmigrantes, también debieron soportar los vaivenes de las economías nacionales e internacional, que pusieron en riesgo gran parte del esfuerzo que habían realizado durante muchos años de trabajo y sacrificio lejos de sus hogares nacionales.
Muchos son los ejemplos que se pueden citar de situaciones emparentadas a las mediadas adoptadas en Arizona, entre ellas el muro de cientos de kilómetros construido por el ex presidente Bush en la frontera con México, y las medidas contra la inmigración que se registran en varios países europeos, entre ellos Italia y España.
Es cierto que muchas veces además de las personas que emigran con intenciones de trabajar y mejorar sus condiciones de vida, lo hacen otras con objetivos aviesos, sobre estas últimas deberían profundizarse los controles y las restricciones de movimiento.
En cambio debería protegerse a los trabajadores honestos que alimentan el circuito de las producción y los servicios de lo países de destinos y no ser tratados como lo son en muchas oportunidades solo como instrumentos para facilitar la vida de aquellos que ya no realizan las tareas que estos últimos se ofrecen a realizar o como una amenaza a los empleos de los nacionales, en países donde la demografía comienza a ser desfavorable y la dependencia respecto de los inmigrantes creciente.