Buono Italian Kitchen: cuando la cena se convierte en experiencia

- Autor: Analia PintoÚltima Actualización: 2025-11-08 - 20:44:00
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- Una noche en Buono es una pausa en el ritmo de Buenos Aires: platos equilibrados, sabores honestos y atención cercana que hacen que cada momento en la mesa se sienta auténtico y memorable.
Hay noches en Buenos Aires que parecen tener su propio pulso. Afuera, Retiro respira ese aire de ciudad que no duerme del todo; adentro, en la planta baja del histórico Sheraton, el tiempo se desacelera.
Buono Italian Kitchen —nombre simple, promesa cumplida— presentó su nueva carta de primavera verano con la seguridad de quien sabe que el secreto está en los detalles. Allí fuimos.
En Buono la primera impresión llega con la atención. Hay algo reconfortante en encontrarse con mozos que entienden el oficio: el saludo justo, la mirada atenta, la cortesía que no necesita protocolo. No hay pretensión, sino humanidad. Todo fluye con esa armonía silenciosa que distingue a los lugares donde se respeta el acto de servir.
El salón conserva la elegancia clásica del hotel, pero sin rigidez. Luz cálida, mesas bien dispuestas, vajilla impecable. No hay ruido de más, tiene clima de conversación y de brindis tranquilo. Se siente la presencia de una tradición hotelera que sabe sostener la intimidad incluso en los espacios amplios.
La elección de la noche comenzó con unos Arancini alla carbonara, croquetas de arroz con panceta y queso pecorino, en delicado formato cónico, crujientes por fuera y cremosos por dentro. Servidos con un mix de hojas verdes, escamas de queso y un aliño justo para no opacar el sabor de la carbonara, llegaron en platos individuales, generosamente porcionados y en perfecto equilibrio de texturas y sabores.
Para los principales se optó por la Bisteca di chorizo; un bife de chorizo, cocido al punto solicitado, acompañado de papa a la plancha, crema de hongos y ciambotta de vegetales, y por el Salmone rosa con mousse de avocado y fritatta, un salmón tierno y jugoso, acompañado de fritatta de espárragos y puerros cuya suavidad realza el ligero amargor de los vegetales, completando un plato delicioso y equilibrado. Los platos son abundantes, y si la experiencia se comparte con más comensales, permite probar varias opciones de la carta y disfrutar de la diversidad de la propuesta.
Para acompañar la cena, hay una carta con buena propuesta de vinos, y un Menú Rutini para quienes optaron platos de la sección secondi con contorno que consiste en una bebida sin alcohol, café o infusión y una copa de vino Trumpeter Malbec o Chardonnay, realmente interesante.
Elegir como postre un helado de chocolate para compartir resultó un acierto, debido a que, luego del postre y coronando la cena con una cortesía, el equipo ofreció una pequeña torta con velita para acompañar las burbujas del brindis del cumpleaños celebrado esa noche, detalle que refuerza la calidez del servicio y el cuidado por los comensales, haciendo que la experiencia trascienda lo puramente culinario.
Buono es bueno —y no solo en su nombre. Es bueno porque honra la cocina italiana desde su costado más humano, porque respeta la materia prima y a quien la degusta, porque celebra el encuentro. En una ciudad donde los estímulos sobran, este rincón de Retiro ofrece algo poco común: una experiencia sincera, reposada, hecha con alma.
Recomendable por su servicio impecable, la calidad constante de su cocina y ese valor intangible que no figura en la carta: la sensación de haber vivido una noche donde todo estuvo en su lugar, donde cada bocado y cada gesto contaron, y donde la italianidad se hizo presente en la más cálida versión porteña.