• ENTRETECHISME
  • LA VIDA MODERNA DE ANALIA
  • VIAJAR CONSENTIDOS
  • SOLO PARA SIBARITAS
  • VEO MARAVILLAS

  • Actualidad
  • Opinión
  • Empresas y Protagonistas
  • Estilos de Vida
  • Espectáculos
  • Especiales
  • Staff
    • El aprendizaje después de los 60 años: una primavera de oportunidades

    • Autor: CQAP Staff
      Última Actualización: 2025-09-24 - 23:51:00
    • CQAP Medios brinda este servicio de forma gratuita. Si comparte el link para hacernos conocer entre sus amigos nos brinda una gran ayuda para continuar trabajando.
    • En Argentina, el aprendizaje continuo se convierte en un pilar vital para quienes superan los 60 años, desafiando prejuicios y celebrando la vida.
    • Cada 21 de septiembre, Argentina celebra el Día del Estudiante y la llegada de la primavera, una fecha que evoca juventud, flores y nuevos comienzos. Sin embargo, este día también tiene un significado especial para las personas mayores de 60 años, quienes demuestran que el aprendizaje es una posibilidad abierta y vital a lo largo de toda la vida. Un estudio realizado por la Universidad Católica Argentina (UCA) revela que casi tres de cada diez personas mayores de 60 años tienen interés en continuar sus estudios o participar en cursos y talleres. Esto representa alrededor de 1.800.000 personas que, si se les brindara la oportunidad, se animarían a seguir aprendiendo.

      A pesar de este interés, muchos adultos mayores aún no acceden a estas oportunidades formativas. A nivel internacional, organismos como la UNESCO y la OCDE indican que los adultos mayores son uno de los grupos con menor participación en programas de aprendizaje permanente, con tasas que en muchos países no superan el 30%. En contraste, los jóvenes adultos muestran una participación que supera ampliamente ese porcentaje, lo que pone de manifiesto una brecha que es necesario cerrar.

      La Lic. Graciela Spinelli, especialista en Gerontología del Centro Los Pinos, afirma que el aprendizaje en la vejez no solo es posible, sino que aporta beneficios concretos. Según ella, este proceso estimula la plasticidad cerebral, refuerza la autonomía, genera nuevos vínculos sociales, brinda un propósito y eleva la satisfacción personal. En este sentido, el mes de septiembre se transforma en un símbolo de renovación, ya que representa el inicio del último tercio del año, momento en que muchas personas mayores comienzan a transitar lo que podría considerarse la primavera de su vida. Spinelli señala que, liberados de obligaciones y responsabilidades, estos individuos buscan dedicar tiempo a su disfrute, bienestar y proyectos personales.

      La cercanía del Día del Jubilado, celebrado el 20 de septiembre, refuerza esta idea de celebración y alegría. La palabra jubileo evoca gozo y invita a mirar hacia adelante con entusiasmo, celebrando esta etapa de la vida con plenitud. No es casual que el Himno del Estudiante, que solía cantarse en épocas pasadas, propusiera que ser estudiante no es solo una etapa, sino una actitud permanente de curiosidad y aprendizaje. Su verso más recordado lo resume con precisión: "los que lo son, los que lo fueron antes; los que, por suerte, tienen de estudiantes para toda la vida el corazón". Esta reflexión cobra un sentido especial al observar a quienes, después de los 60 años, eligen seguir formándose, demostrando que el deseo de aprender no conoce edad.

      La celebración conjunta del Día del Estudiante y la llegada de la primavera, donde adolescentes y adultos mayores comparten espacios, refleja el valor de una sociedad empática y humanizada que reconoce que la edad no define la capacidad de aprender. Spinelli sostiene que es necesario y también una responsabilidad de los profesionales que trabajan con personas mayores combatir los prejuicios sociales que asocian la vejez con declive y pasividad. Es fundamental derribar estigmas desactualizados y visibilizar historias de aprendizaje y bienestar que desafían estas nociones.

      La vejez puede y debe ser una etapa de aprendizaje tanto para quienes la viven como para quienes la observan. Si las próximas generaciones aprenden a valorar este tramo de la vida, no por lo que se ve, sino por lo que se siente y se logra, podrán enfocarse en cultivar su interior. Así, alcanzarán disfrute, transformación y plenitud en su propia primavera personal. La educación continua en la vejez no solo transforma a quienes aprenden, sino que también enriquece a la comunidad en su conjunto, evidenciando que nunca es tarde para aprender y crecer.