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    • El impacto del estrés y las pantallas en la salud mental infantil durante las vacaciones

    • Autor: CQAP Staff
      Última Actualización: 2025-07-24 - 18:19:00
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    • Las vacaciones pueden intensificar la ansiedad en niños y adolescentes, y el uso excesivo de pantallas agrava la situación. Es crucial encontrar herramientas para ayudar.
    • La ansiedad, la hiperactividad y la sobreexposición a pantallas están afectando la salud mental de niños y adolescentes. Frente a esta realidad, herramientas como el yoga, la meditación y la respiración consciente ofrecen soluciones concretas para las familias y la sociedad.

      Durante las vacaciones de invierno, muchos padres observan que los niños presentan una carga excesiva de ansiedad. Aunque este período debería asociarse con el descanso, en la práctica puede intensificar tensiones familiares. La falta de estructura, el exceso de pantallas y la energía acumulada sin una canalización adecuada generan situaciones de estrés tanto en niños como en adultos.

      Diversas investigaciones indican que la salud mental infantil es una preocupación creciente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, alrededor de uno de cada siete niños y adolescentes de entre 10 y 19 años padece trastornos mentales, siendo los más comunes la ansiedad, la depresión y los trastornos del comportamiento. La sobreexposición a dispositivos electrónicos se ha identificado como uno de los factores que agravan esta situación. En Argentina, el 46% de los niños de 6 a 11 años ya tiene una cuenta en redes sociales, y un 32% utiliza activamente su smartphone.

      Los especialistas en salud mental infantil coinciden en que la ansiedad en los niños puede manifestarse a través de irritabilidad, trastornos del sueño, somatizaciones (como dolor abdominal o de cabeza), aislamiento o hiperactividad. Durante las vacaciones, uno de los principales desafíos es la alteración de las rutinas. La interrupción de los horarios escolares, las visitas familiares y el incremento de actividades fuera de casa pueden alterar los ciclos de sueño y alimentación, lo que genera desregulación emocional en los más pequeños. Un estudio de la Universidad de Michigan reveló que uno de cada seis padres experimenta altos niveles de estrés durante los períodos festivos y vacacionales, y uno de cada cinco reconoce que esto impacta en el bienestar de sus hijos.

      El efecto espejo en la familia puede ser determinante; los niños expuestos a adultos estresados tienden a presentar mayores niveles de ansiedad. Estudios globales han señalado una correlación entre el tiempo frente a pantallas y los trastornos emocionales. Por ejemplo, en niños preescolares que pasan más de dos horas diarias con dispositivos digitales, el riesgo de síntomas de TDAH es entre cinco y seis veces mayor. Mientras que la OMS recomienda no más de dos horas de exposición a pantallas para menores de 17 años, el promedio actual es de entre cuatro y siete horas diarias.

      Mariana Castañeda, magíster internacional en neuropsicología especializada en infancias y adolescencias, enfatiza que es fundamental hacer foco primero en los padres, ya que un adulto que no puede gestionar sus emociones tendrá dificultades para ayudar a sus hijos. La sobreexposición a las pantallas activa un sistema de recompensas que libera dopamina, generando un ciclo que puede llevar a la adicción y a trastornos emocionales. Por otro lado, Marisol Guzmán, instructora internacional de técnicas de respiración, señala que hay una desconexión del cuerpo y la respiración cuando los niños están pendientes de las pantallas. Escuchar a los niños y construir un espacio de diálogo es fundamental para que, ante situaciones complejas, puedan encontrar apoyo.

      Frente a esta problemática, la Fundación El Arte de Vivir promueve prácticas complementarias para reducir la ansiedad infantil. Se enfocan en programas específicos para la infancia y la adolescencia, basados en técnicas de yoga, respiración consciente y meditación adaptadas por edades. Estas prácticas ayudan a mejorar la regulación emocional y a fortalecer los lazos familiares. Las técnicas de respiración y ejercicios de yoga, como el Pranayama, activan el sistema nervioso parasimpático y reducen los niveles de cortisol, lo que contribuye a una mayor sensación de bienestar. Los beneficios de estas prácticas suelen ser visibles rápidamente, mejorando la concentración y reduciendo miedos en los niños.