Argentina se toma un recreo (y J.P. Morgan también)
- Autor: Solange DiazÚltima Actualización: 2025-06-30 - 13:37:00
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- Ah, el mercado financiero argentino. Siempre al borde del abismo, siempre dando un paso al frente. Pero esta vez, no fue el país quien se arrojó: fue J.P. Morgan quien optó por dar un paso atrás. ¿Motivo? Nada grave. Sólo un poco de realismo táctico en un escenario donde las buenas noticias empiezan a convivir, incómodamente, con las señales de a.
El 27 de junio, el banco norteamericano publicó una nota breve pero elocuente: Argentina: taking a breather. Traducido con cierta picardía: Tomemos aire antes de volver al ruedo. Y no, no es una retirada ni un cambio de narrativa estructural. Simplemente, una pausa. Una toma de ganancias ordenada en su apuesta por las LECAP —esas letras en pesos que le rindieron, nada menos, que un 10,4% desde abril. Dicen los traders: el que se va sin que lo echen, vuelve cuando quiere.
¿Qué los llevó a bajarse?
La decisión no nace de una decepción, sino de una combinación de factores que, aunque menores individualmente, en conjunto componen una sinfonía ligeramente disonante. Por un lado, se terminó la estacionalidad dorada de las liquidaciones agrícolas, ese romance anual con los dólares de la soja. Por otro, el peso empezó a mostrar signos de fatiga, justo cuando otras monedas emergentes se fortalecían.
A esto se suma un dato que, para algunos, pasa inadvertido: el Banco Central intervino en el mercado de futuros, vendiendo USD 1.500 millones en mayo. ¿Defensa preventiva? ¿Un masaje al tipo de cambio sin alterar la banda? Tal vez. Pero si J.P. Morgan lo menciona, es porque lo leyó como un gesto de fragilidad.
Y sí, también está el turismo, ese agujero en la balanza de pagos que nadie quiere mirar. El informe señala que durante el primer trimestre salieron USD 3.500 millones netos por esta vía. ¿Vacaciones de clase media? ¿Arbitraje cambiario disfrazado de viaje? Da igual. El resultado es el mismo: presión sobre las reservas.
¿Y qué pasa con la macro?
Curiosamente, la macro luce mejor que nunca en mucho tiempo. Mayo trajo una inflación mensual por debajo del 2%. El superávit fiscal primario alcanzó el 0,8% del PBI. Y la liberalización del cepo para inversores extranjeros —tarde pero segura— comienza a recomponer confianzas.
En resumen: el paciente dejó la terapia intensiva, pero aún no sale a correr una maratón. En este contexto, el consejo de la casa neoyorquina es claro: esperar mejores niveles de entrada para reengancharse. Porque, como diría cualquier porteño sensato, no hay que tentarse en la mitad del subte.
La operación que se cerró
J.P. Morgan había apostado al combo LECAP + BCS el 15 de abril, apenas unos días después del anuncio del nuevo régimen cambiario. Creyeron —con razón— que la banda superior del dólar oficial actuaría como ancla creíble, que las reservas crecerían por el agro y que la política monetaria mantendría la cuerda bien tirante. Y acertaron. Compraron LECAP al 129,38 y salieron en 139,80. Entraron con una tasa del 40,5% y salieron al 32,3%. Todo con bid-offer incluido. Nada mal para dos meses de juego fino.
Pero claro, se acercan las elecciones legislativas de octubre, y la prudencia aconseja no seguir bailando cuando suena la última canción. Por ahora, el consejo es mirar desde la barra.
¿Y ahora?
El tono del informe es elocuente: Argentina sigue siendo interesante, pero no irresistible. Al menos, no en junio. No mientras el dólar amague con escaparse por los flancos, los turistas vacíen los cajeros automáticos y la política le eche pimienta al plato.
Eso sí: la mirada de fondo no cambia. La narrativa sigue siendo constructiva. Como diría una buena socióloga con debilidad por los bonos y las metáforas, el país está dejando de sangrar, pero aún no cicatriza.
Lo cierto es que, en este juego de ajedrez macrofinanciero, J.P. Morgan acaba de decir: paso. No es un jaque mate, ni mucho menos. Es una pausa. Un suspiro. Una mirada al horizonte antes de mover la próxima ficha.
Y mientras tanto, Argentina sigue. Como siempre: incierta, tentadora, y, a veces, encantadoramente caótica.
FOTO: J.P. Morgan encarando una multitud con su bastón. Autor no acreditado