La apertura de la temporada lírica 2025 del Teatro Colón comenzó con una elección imponente: Aida de Giuseppe Verdi. La elección de esta ópera como inicio de temporada no solo honra la tradición del coliseo porteño, sino que también resalta la majestuosidad de esta historia que combina amor, traición y sacrificio en el corazón del antiguo Egipto.
La obra, estrenada en 1871 en El Cairo, fue concebida para reflejar la majestuosidad y el dramatismo de la antigua civilización egipcia. Verdi construyó una ópera monumental en cuatro actos, donde el espectáculo visual —con fastuosos vestuarios, imponentes decorados y grandes coros— se entrelaza con la profundidad emocional de los personajes. Aida es una fusión magistral entre el esplendor épico y la vulnerabilidad humana, mostrando la dualidad entre la gloria y el sacrificio.
La historia gira en torno a un triángulo amoroso entre Aida, una esclava etíope que en realidad es una princesa de su pueblo; Radamés, el valeroso capitán egipcio; y Amneris, la hija del faraón que también ama al guerrero. Cuando Radamés es elegido para comandar las tropas egipcias contra los etíopes, la tragedia se desata. La victoria le otorga el honor y la mano de Amneris, pero su corazón pertenece a Aida, lo que desata una cadena de traiciones y dilemas morales.
La Marcha Triunfal de Aida, obra maestra de Giuseppe Verdi, no es solo una celebración militar, sino también el reflejo de una tragedia épica. Esta escena, situada en el segundo acto, marca el regreso victorioso de Radamés y el ejército egipcio. Con una instrumentación grandiosa, que incluye trompetas especiales diseñadas para la ópera, coros y una solemne coreografía, la marcha simboliza el poder y la gloria de Egipto. Sin embargo, debajo de esta celebración fastuosa late la tensión dramática del conflicto entre el deber, el amor y la libertad.
La elección de mantener la puesta en escena original de Roberto Oswald fue un acierto indiscutible. La grandiosidad visual de su diseño, escenografía impecablemente recreada por Christian Prego, transportó al público a los templos y palacios de la antigua Tebas. El vestuario, diseñado por Aníbal Lápiz, brilló por su elegancia y detalle mientras que la cuidada iluminación de Rubén Conde, sigue siendo impactante y relevante.
El Teatro Colón lució colmado en cada función, reflejando el fervor del público por la lírica. Un gran acierto de la organización fue la incorporación de funciones extraordinarias, permitiendo que más personas disfrutaran de esta joya verdiana.
La temporada 2025 promete ser una de las más destacadas de los últimos años, con títulos que abarcan desde el bel canto hasta la ópera contemporánea:
La temporada 2025 continuará en mayo con Il Trittico de Giacomo Puccini, una trilogía compuesta por Il Tabarro , Suor Angelica y Gianni Schicchi , en una producción proveniente del Teatro Comunale di Bologna que regresa al escenario porteño tras trece años. En julio llegará Billy Budd de Benjamin Britten, basada en la novela de Herman Melville, con dirección musical de Erik Nielsen y puesta en escena de Marcelo Lombardero. Agosto traerá la intensidad romántica de Werther de Jules Massenet, inspirada en la novela de Goethe, bajo la dirección musical de Ramón Tebar y la puesta de Rubén Szuchmacher. Septiembre será el turno de I Puritani de Vincenzo Bellini, una obra maestra del bel canto italiano que se presentará en versión de concierto, dirigida por Maurizio Benini y Octubre ofrecerá la intensa Salome de Richard Strauss, basada en la obra de Oscar Wilde, explorando la obsesión y el deseo en una puesta que promete impactar.
Finalmente, la temporada cerrará con la icónica La Traviata de Verdi, en una nueva producción del Teatro Colón. Un cierre perfecto que, al igual que la imponente apertura con Aida , promete dejar una marca indeleble en el corazón de los amantes de la lírica. Con esta programación, el Colón no solo celebra la grandeza de la ópera, sino que también reafirma su lugar como templo cultural y orgullo de Buenos Aires.