Cada 11 de diciembre se celebra en Argentina el Día Nacional del Tango, una de las expresiones artísticas más típicas de nuestro país y que además de música aúna la danza y la poesía. Esta efeméride que se fijó en 1977 tiene el objetivo de destacar la importancia de este género y a la vez homenajear la fecha de nacimiento de dos figuras clave para el desarrollo y la evolución del tango, Carlos Gardel y Julio de Caro.
Pero además de ser un sello de identidad, la práctica de este baile tiene muchos beneficios para la salud, en especial para los adultos mayores. La Tangoterapia es la denominación que se le otorga a una serie de técnicas y procedimientos con fines terapéuticos tanto a nivel biológico como psicológico, utilizando como instrumento principal al tango en todas sus expresiones: como danza, como canción y como poesía, explica Graciela Spinelli, Licenciada en Gerontología de la Residencia Los Pinos.
El ámbito de aplicación es muy vasto y tiene implicancia en el tratamiento de numerosas patologías físicas y psíquicas. La Tangoterapia y sus distintas técnicas y procedimientos guardan en común, el hecho de abordar al paciente en forma holística y abarcarlo en su vertiente biopsicosocial, agrega la especialista.
Los beneficios físicos, psíquicos y sociales del tango en la tercera edad son notables. Entre los beneficios físicos, se destacan la mejora de la coordinación y la circulación, tonificación de los músculos, y estimulación de la memoria. En el ámbito psíquico, el tango produce una sensación de bienestar general, aumenta la autoestima y favorece la empatía. Socialmente, fomenta la creación de vínculos y alivia la soledad.
El tango también se utiliza como un instrumento evocador del pasado. A pesar de la melancolía que a veces se asocia con él, muchas letras traen recuerdos de alegría y buenos momentos. Este proceso de evocación, según Marisa Maragliano, Maestra de Tango y TangoTerapeuta, permite a los pacientes revivir emociones positivas del pasado, dejando de lado la tristeza y experimentando una revitalización emocional.
Finalmente, el tango puede adaptarse a personas con movilidad reducida, manteniendo su esencia a través del abrazo y la conexión. Aun sin movimiento, se puede trabajar con la música, promoviendo la atención y la concentración, y estimulando la conexión emocional entre los participantes. El tango, más que un baile, se convierte en un puente emocional, uniendo generaciones y sanando corazones.