La historia de La Catrina comienza durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. En esa época, las imágenes de esqueletos y calaveras eran una forma común de denuncia y crítica social.
La versión original de La Catrina es un grabado en metal llamado La Calavera Garbancera, realizado por José Guadalupe Posada. "Garbancera" era el término que se utilizaba para referirse a las personas que vendían garbanza y que, a pesar de tener sangre indígena, renegaban de su raza, herencia y cultura, tratando de aparentar ser europeos.
De hecho, la calavera de Posada no tenía ropa, pero llevaba un sombrero, en clara crítica al estilo de vida de la época. Este estilo estaba representado por el catrín, el hombre de clase acomodada, con mucho dinero y ropas finas, imagen clásica de la aristocracia mexicana de aquel tiempo.
Luego aparece "Diego Rivera, quien convierte a La Calavera Garbancera en La Catrina, tal como ahora la conocemos, con sombrero francés y plumas de avestruz, en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
En el mural, la calavera aparece acompañada por su creador, José Guadalupe Posada, una versión infantil de Rivera y Frida Kahlo. El pensamiento de Posada, y las calaveras que él imaginó y grabó, siguen vivas en el imaginario de México. Como él decía: "La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera".
Si querés conocer este mural, fue pintado al fresco para el Hotel del Prado en 1947 y ahora podés verlo en el Museo Mural Diego Rivera.