Por. Lic. Analía Tarasiewicz (M.N. 57898). CEO, Psicóloga Coach Laboral en @Trabaja. Mejor ®. Creadora del Método Tarasiewicz.
En el mundo laboral actual, donde la Inteligencia Artificial (IA) y la automatización están transformando la forma de trabajar, la queja se ha convertido en un refugio habitual para muchos. No solo afecta el bienestar emocional y la productividad, sino que también pone en riesgo nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios que trae esta nueva era.
Hay personas que sí se quejan todo el tiempo y no hacen nada, adoptando una posición de víctima, pasiva ante la vida, lo que los lleva a un bucle de pesimismo y negatividad que podría, dependiendo de cada tendencia psíquica, llevarlos a zonas muy oscuras y, a veces, hasta enfermar, ya que tienden a quedarse en zonas de supuesto confort que, aunque gratificantes a corto plazo, resultan destructivas a largo plazo.
A veces, la queja es mensajera de algo más profundo que no podemos resolver. Es común que se valide en entornos familiares donde todos se quejan, lo que nos mantiene en esa zona de confort negativa. Pero cuando te empezás a sentir incómodo, cuando ya no te aguantas ni a vos mismo, ese es el momento clave para buscar un cambio, recuperar las emociones que te solían hacer feliz, quitar esas caras rígidas y dejar de estar mal todo el tiempo.
La queja laboral es una respuesta emocional frente a situaciones percibidas como injustas o frustrantes. Desde un líder tóxico hasta la falta de oportunidades de crecimiento, nos quejamos para liberar tensión. Esta postura, además, genera malestar en nuestro entorno y nuestras relaciones, creando un ambiente lleno de energías negativas: impotencia, injusticia, enojos, miedos, ira, frustración, entre otras emociones.
La nueva era laboral exige adaptabilidad, innovación y creatividad. La mirada pesimista genera resistencia al cambio, lo cual es peligroso. Como psicóloga del trabajo experta en transformación, utilizo el Método Tarasiewicz para ayudar a las personas a identificar estos patrones adictivos y reemplazarlos por una mentalidad de crecimiento y resiliencia. Romper estos ciclos permite a los profesionales evolucionar junto con las tecnologías emergentes. El primer paso es desarrollar autoconsciencia y reconocer cuándo nos quejamos por hábito, en lugar de por una necesidad genuina.