Es común identificar el avance tecnológico como símbolo de cambio, de juventud y aquellos que no están dispuestos a aceptar las nuevas tecnologías pasan automáticamente al bando de los viejos obsoletos. Aunque esto no siempre fue así.
Otro punto común es identificar a los argentinos con el fútbol, es decir Messi, Maradona, millones de personas festejando la copa del mundo, convierten en homólogas las frases ser argentino con fanatico del futbol .
Al contrario de otros países americanos, los argentinos por definición son un pueblo diverso, primero los colonos y luego los inmigrantes conforman una mixtura de razas y cultura muy difíciles de entender para cualquier observador ocasional. Siempre es divertido encontrar, en la prensa de los países centrales, artículos editoriales criticando la poca presencia de, por ejemplo, afrodescendientes en puestos clave del gobierno o en la selección nacional de fútbol cuando la realidad es que la raza mestiza es la predominante en Argentina resultado de políticas nacionales que nunca segregaron a la población por su raza.
Sin embargo esto no siempre fue así, el continuo mestizaje de cada oleada de inmigrantes trajo a los gobiernos un desafío que, a pesar de las críticas actuales, los políticos resolvieron sacando de la galera símbolos patrios como si de conejos se trataran.
Las sucesivas administraciones desde Roca hasta Peron, sin importar signo político construyeron la identidad argentina en torno a los símbolos comunes, como la bandera celeste y blanca, la escarapela, o el aria de la ópera Aurora, sin olvidar la figura de Carlos Gardel que proyecto ante el mundo el arquetipo del argentino, es decir una persona que siempre lleva una sonrisa en la cara y un poco de nostalgia en el corazón.
Con una cruel vuelta de los acontecimientos, esa identificación creada alrededor de símbolos populares, se vio reflejada en la necesidad de la sociedad argentina de expresar sus sentimientos de individualismo grupal, por lo que las diferentes clases sociales fueron creando rivalidades entre los propios grupos de identificación. Por ejemplo: el campo versus la ciudad, el peronismo versus el radicalismo, sin olvidar el fútbol que los ingleses habían dejado en su intento de colonización y que los hijos de los inmigrantes europeos adoptaron en un ejercicio de melancolía por el continente del que sus padres huyeron creando la madre de todas las divisiones que no es otra que la de River versus Boca.
Para principios del siglo 20, inventos tecnológicos argentinos como la radio comercial, aparecieron para dar forma a centros de reunión donde el pueblo, sin importar estrato social, raza o religión se congregaron para compartir esa rivalidad que los identificaba y unía como identidad, de ahí podemos decir que el fútbol pasó a ser parte del adn de Argentina, no tanto por el juego en sí mismo, sino más por la posibilidad de compartir cultura con una persona que acaba de llegar del otro lado del mundo.
Uno de los momentos más representativos de la década de los 80 es sin lugar a dudas el gol que Diego Maradona efectuó contra el seleccionado inglés durante el Mundial de Futbol México 1986 y que hoy es reconocido como uno de los mejores goles de la historia de los mundiales. Se cuenta que durante el partido de fútbol Buenos Aires estuvo paralizada, por las calles no circulaba transporte público y en los bares los mozos no sirvieron a los clientes durante toda la contienda. Sin embargo las calles no estaban vacías, por el contrario, se encontraban repletas de familias que habían salido a pasear para administrar la ansiedad y escuchaban el partido en el coreo de radios y televisores que se oían al unísono por todo Buenos Aires. Es que aquel viejo invento argentino, la radio comercial y su hijo la televisión estaban encendidos en cada lugar de la ciudad y, a causa del milagro físico que mueve las ondas electromagnéticas a la velocidad de la luz, se escuchaba en todos los lugares en simultáneo, no existía un argentino que escuchara antes que otro y el mejor gol de la historia del fútbol resonó como un solo grito en todos los hogares de un país de mestizos sin identidad propia.
Reitero: es común identificar el avance tecnológico como símbolo de cambio, de juventud y aquellos que no están dispuestos a aceptar las nuevas tecnologías pasan automáticamente al bando de los viejos obsoletos.
La TV 4K nos permite ver los tatuajes de los jugadores, si tienen o no pecas y hasta cual es el estado del césped de la cancha; sin embargo la milagrosa tecnología produjo en la sociedad una división incómoda: los dispositivos digitales no están sincronizados entre sí y la velocidad de internet está directamente relacionada con el lugar donde vives y cuanto estes dispuesto a pagar para acceder a un servicio de baja latencia.
Para decirlo en criollo: el vecino de los barrios del norte cuenta un televisor que incorpora la última tecnología surcoreana importada como exceso de equipaje desde Miami y conectado a la red de fibra óptica procesa las imágenes 100 veces más rápido que el televisor digital genérico de la barriada que incorpora un procesador de hace algunos años y se conecta a una red desarrollada e instalada hace al menos 15 años, ocasionando que los goles se vean en pantalla hasta 3 segundos del dispositivo de última generación.
Para ponerlo en números: si el partido comienza a la 9 horas en punto, los fanáticos pudientes lo empiezan a ver a las 9:00:01 y los vecinos en vías de enriquecimiento lo ven comenzar a las 9:00:05.
Esto ocasiona algunos lugares, donde los vecinos viven muy próximos, los mas pudientes griten los goles mientras otros todavía ven comenzar la jugadas, creando en los segundos una alineación constante cuando de repente escuchan que ocurrió algo de lo que ellos todavía no ven indicios. Es como si los que no poseen acceso a la tecnología vivieran en el pasado y solo pudieran ver el presente a través de los ojos que por cuestiones de ingresos poseen acceso.
¿Está la tecnología entonces influyendo en la sociedad? ¿La brecha entre ricos y pobres llegó al punto donde los que estén dispuestos a gastar más reciban primero la alegría? ¿Qué pasará cuando los argentinos ya no tengan en común ni siquiera el fútbol?