Hace unos días, hablamos de la princesa neerlandesa Mariana, que rompió con el machismo de su época para vivir su vida, aunque pagó las consecuencias, su legado prevalece hasta hoy.
Sin embargo, en esa nota se menciona a otras princesas y reinas quienes no lograron dejar una huella positiva en la historia de sus países, ya sea por sus ansias de poder, falta de aliados o poca astucia, llegando al punto de ser despojadas de sus títulos, juzgadas por alta traición y exiliadas.
Una de ellas, cuya historia ha sido llevada a la pantalla grande en varias ocasiones, vivió una historia de amor que no acabó bien y que la llevó a perderlo todo, incluso su vida.
Carolina Matilde de Gran Bretaña , también conocida como Carolina Matilde de Dinamarca, fue la novena y última hija del príncipe de Gales, Federico de Hannover y la princesa Augusta de Sajonia-Gotha.
Nació en Londres, el 22 de julio de 1751, su padre falleció de una enfermedad desconocida cuatro meses antes de su nacimiento. Aún así, recibió el título de Su Alteza Real, aunque su hermano mayor, Jorge, ya había sido nombrado el nuevo príncipe de Gales.
Carolina creció en el campo, alejada de la corte y viviendo un estilo de vida humilde y sencillo, a diferencia de otras princesas y príncipes de la época; por ello, nunca le interesó la política. Disfrutó de actividades al aire libre como la equitación y tenía un gran talento musical, siendo una consumada cantante y pianista, además de hablar italiano, francés y alemán.
En 1764, cuando Carolina tenía trece años, se empezó a negociar un acuerdo matrimonial entre la casa británica Hannover y la casa danesa de Oldenburg, quienes tenían buenas relaciones desde el exitoso matrimonio entre el Federico V de Dinamarca y la reina Luisa de Gran Bretaña, quien era hermana del difunto padre de Carolina y madre del heredero al trono danés, Cristian.
La reina Luisa había sido muy querida en Dinamarca, ya que era muy instruida en la música, aprendió el idioma danés, era amable tanto con los nobles como los plebeyos, fue mecenas de artistas, además de ser una esposa que pasó por alto las infidelidades de su marido y se centró en los interés de la corona danesa y sus hijos, siendo su muerte llorada por todo el país.
Es por esto que los daneses estaban interesados en otro matrimonio con una princesa de Reino Unido: querían afianzar su alianza contra Prusia y su propia alianza, además de que ambos príncipes tenían el mismo rango y eran protestantes. Sumado a que buscaban a una nueva Luisa, que se ganara el amor del pueblo y del príncipe Cristian quien tenía problemas mentales.
Esto último no se lo mencionaron a los británicos, por miedo a que no accedieran al casamiento, que sería entre Cristian y Luisa Ana, una de las hermanas mayores de Carolina.
Pero cuando el representante de la corona danesa en Reino Unido, el conde von Bothmer, fue informado de la constitución frágil y débil de Luisa Ana, se eligió a Carolina en su lugar, anunciando oficialmente el compromiso el 10 de enero de 1765.
Casi un año más tarde, el 14 de enero de 1766, fallece el rey Federico V y el príncipe Cristian se convierte en rey con diecisiete años. En octubre de ese mismo año, se realiza una boda por poderes, en la cual el príncipe Eduardo, duque de York y Albany representó al ahora rey Cristian VII y dos días después, Carolina -quien tenía quince años- parte hacia Dinamarca.
Carolina llegó a Dinamarca en noviembre, conociendo a su esposo en la ciudad de Roskilde y luego se casaron el día 8 en el palacio de Christiansborg en Copenhague, en una celebración que duró un mes. Ella sería coronada como reina de Dinamarca y Noruega el 1 de mayo de 1767.
Debido a que fue obligada a dejar atrás a su séquito británico, para reemplazarlo por damas y sirvientes daneses, Carolina se sentía muy sola, especialmente al ver de primera mano los problemas mentales de su marido, escribiéndole a su familia al respecto y negándose a consumar el matrimonio, además de sentirse incómoda en la animada y colorida corte danesa, ya que ella estaba acostumbrada a su vida tranquila en la campiña.
A pesar de la cálida bienvenida y el buen trato de la corte hacia ella, Carolina se unió mucho a una de sus damas de compañía, Luisa von Plessen, quién le decía que los amigos más cercanos del rey eran inmorales, al igual que el mismo rey, aislandola de la corte y provocando que el matrimonio real siguiera sin consumarse.
Finalmente, Cristian escuchó a su tutor y consumó el matrimonio con Carolina, solo para asegurar la sucesión. El príncipe heredero Federico nació el 28 de enero de 1768 y los reyes hicieron su vida por separado.
Velando por los intereses de su hijo, Carolina empezó a meterse en la política cuando uno de los favoritos de su marido, Conrad Holck, expulsó a Luisa von Plessen de la corte, su única amiga en la corte, por lo que se negó a aceptar su reemplazo.
En ese mismo año, Cristian se fue del país para realizar una gira por Europa y Carolina se quedó sola con su hijo, con quien paseaba por las calles de Copenhague y pasaba el tiempo en su residencia de verano. Se acercó más a sus damas de compañía, quienes la animaron a participar de las actividades de la corte y relacionarse con la gente.
Incluso se dijo que tuvo un amante, La Tour, quien fue exiliado de Dinamarca, aunque este era amante de una de sus damas.
Un año después, en 1769, Cristian regresó de su gira, acompañado por un doctor alemán llamado Johann Friedrich Struensee, a quien conoció en la gira y se mostró capaz de contener la locura del rey.
Al principio, la reina le desagradó Struensee ya que lo animó a seguir teniendo amantes, ya que creía que relacionarse con mujeres inteligentes contendría su locura pero esto fracasó.
Por ello, Struensee alentó un acercamiento entre los monarcas, incluso Cristian celebró una fiesta de tres días de duración por el cumpleaños número dieciocho de Carolina. Sabiendo que esto fue obra del médico, ella empezó a interesarse más por él, permitiéndole atenderla cuando sufrió de un malestar estomacal pero se ganaría completamente su favor cuando vacunó exitosamente al príncipe Federico contra la viruela.
Cristian notó la atracción entre ambos y lo fomentó, ya que le parecía gracioso y adoraba completamente a Struensee, a quien empezó a confiarle los asuntos de estado.
En la primavera de 1770, Struensee y la reina ya eran amantes, aunque se cree que eran amantes desde el año anterior, ya que ellos no se ocultaban. Ambos expulsaron de la corte a los favoritos del rey y enemigos de Carolina.
En verano de ese mismo año, la princesa viuda de Gales, Augusta, madre de Carolina, la visitó, indignada cuando esta la recibió en camisón y calzones, acompañada en todo momento por Struensee. Ella escribió a su familia y corte en Reino Unido, para que reprendieran a Carolina por su comportamiento pero ella los ignoró.
La pareja de amantes continuó con sus intrigas, al punto de lograr la caída del canciller conde Johann Hartwig Ernst von Bernstorff, lo que preocupó aún más a la princesa viuda de Gales y Struensee sería nombrado maestro de consultas del Consejo Privado del Rey.
Para el año 1771, Struensee ya gobernaba completamente Dinamarca, en un período conocido como el período Struensee donde se hicieron leyes basadas en las ideas de la Ilustración, ignorando las costumbres danesas y noruegas.
Esto hizo que la pareja se hiciera de enemigos en la corte, destacando la reina viuda Juliana María, viuda del rey Federico V y madrastra del rey, y el hijo de ésta, el príncipe Federico.
Carolina ahora era el centro de la corte y no ocultaba su relación con Struensee, además de permitir a personas de menor rango asistir a la corte y haciéndose amiga de estos.
En este año, dio a luz a su segunda hija, la princesa Luisa Augusta. Era un rumor abierto que la niña era hija del alemán y se la conoció como la pequeña Struensee aunque Cristian la reconoció como su hija. Esto desencadenó la caída de la pareja, encabezada por la reina viuda.
Aunque ambos sospechaban de un complot contra ellos, incluso Struensee le rogó a Carolina que le permitiera regresar a Alemania, no hicieron nada y pusieron al pueblo en su contra al abolir la libertad de prensa.
En enero de 1772, Struensee y sus allegados fueron arrestados al igual que Carolina, que fue expulsada de la corte junto con la pequeña Luisa Augusta, siendo obligada a dejar al príncipe heredero Federico atrás.
Carolina fue maltratada por los guardias y por sus damas de compañía, aunque se negó a decir palabra alguna hasta que le informaron que Struensee había confesado todo, echándole a la propia Carolina la culpa de todo. Queriendo salvar la vida de su amante, ella tomó la culpa y su matrimonio con Cristian fue disuelto, quedando oficialmente divorciados y Struensee fue decapitado.
En Gran Bretaña, el rey Jorge III, su hermano mayor, amenazó con la guerra si su hermana no era liberada de su encarcelamiento, al punto de enviar a la marina británica hasta Dinamarca, aunque en el medio, recibió pruebas contundentes de la culpa de su hermana y una promesa de liberarla, pero sin permitirle regresar a Dinamarca o a Noruega. También le devolvieron su dote, su pensión y pudo mantener su título real.
Jorge III y la corte danesa negociaron que Carolina permaneciera permanentemente en el castillo de Celle, en el estado de Hannover. Jorge estaba tan enfadado con su hermana, que se refería a ella como su hermana criminal . Como Luisa Augusta era oficialmente una princesa de Dinamarca y Noruega, Carolina se vio obligada a enviarla de nuevo a Dinamarca y nunca la volvería a ver, al igual que al príncipe heredero Federico.
En su exilio en Celle, Carolina se reencontró con su vieja amiga, Luisa von Plessen. Allí sería visitada por familiares y amigos, quienes de paso se encargaban de vigilarla. Según sus reportes, Carolina se dedicaba a la caridad y no quería saber nada acerca de su ex reino, salvo los asuntos que involucraban a sus hijos.
En 1774, dos años después de su exilio, fue visitada por nobles daneses descontentos por la gobernación del Consejo Privado y la reina viuda Juliana María. Le ofrecieron a Carolina regresar a Dinamarca como regente y guardiana de su hijo. Ella respondió que aceptaría si Jorge III se lo permitiera.
Sin embargo, cuando ya estaba lista para actuar, Carolina falleció de una repentina escarlatina en 1775, esperando una audiencia con su hermano. Fue enterrada en en la cripta de la Stadtkirche St. Marien cerca de su bisabuela paterna Sophia Dorothea de Brunswick-Lüneburg, quien también estaba divorciada y exiliada.
Su fallecimiento fue tan repentino, que se cree que un grupo de espías daneses que trabajaban en su casa escucharon acerca del complot y la envenenaron para evitar que este se llevara a cabo.
Carolina solo vivió veintitrés años de vida, que estuvieron marcados por la mentira de los daneses acerca de su esposo, el amor por sus hijos y el amor que le quitó todo.
Su desconocimiento sobre la política y su desinterés acerca de su nuevo reino, fueron su perdición.
Aunque no se sabe si Struensee amó de verdad a Carolina, ella sí estaba enamorada de él, aunque insistió en su inocencia hasta su lecho de muerte.
Una de las películas más famosas acerca de la relación entre ambos es A royal affair de 2012, protagonizada por Mads Mikkelsen y la ganadora del Oscar, Alicia Vikander.
Aún así, su legado vivió a través de su hijo Federico, quien al reinar Dinamarca y Noruega, depuso las leyes que la reina viuda Juliana María y su tío Federico aprobaron durante su minoría de edad, siguiendo la tendencia de la Ilustración que Carolina y Struensee empezaron.