A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que soportar situaciones que, hoy en día, son inconcebibles tales como negarles el divorcio o la custodia de sus hijos, incluso ser juzgadas por tener amantes o tener hijos con alguna nueva pareja… literalmente, no podían rehacer su vida, aunque su esposo paseara abiertamente con su amante de turno y sus hijos ilegítimos.
Esto le pasaba desde a la campesina más pobre a una reina descendiente de las Familias Reales más importantes.
Algunas de ellas sufrían en silencio, recibiendo las burlas de la corte y de su familia política, obligadas por su propia familia a soportar aquello porque era su deber .
Otras, simplemente no les importaba y hacían su vida por separado y se dedicaban a sus hijos, permitiendo que su esposo tuviera amantes e incluso conviviendo con ellas, iniciando una relación de amistad. Un ejemplo de ello es la famosa Emperatriz Sissi y la amante de su esposo Katharina Schratt.
Una minoría tenían su propia colección amantes e hijos ilegítimos que hacían pasar por hijos de su marido, sin importarles quedar como mujeres sueltas o ser llamadas por varios nombres ofensivos, como ocurrió con la reina Isabel II de España o con Carlota Joaquína de Borbón, reina de Portugal.
Sin embargo, algunas acabaron muy mal, como la propia Carlota Joaquína o Carolina Matilde de Dinamarca: exiliadas, sin su título de reinas y lejos de sus hijos.
Pero hubo una mujer que destacó entre otras, puso su pie firme en el suelo y se negó a ser humillada por su marido y su familia, tomando las riendas de su vida, jugando bien sus cartas y alejándose de todas las intrigas palaciegas de una sociedad machista y una corte hipócrita.
La princesa Guillermina Federica Luisa Carlota Mariana de Orange-Nassau, conocida simplemente como Mariana de los Países Bajos o Mariana de Prusia, fue princesa de los Países Bajos por nacimiento y princesa de Prusia por matrimonio.
Nació el 9 de mayo de 1810 en Berlín -en ese momento capital de Prusia- y falleció en Eltville am Rhein, en el Imperio Alemán, el 29 de mayo de 1883, a los setenta y tres años.
Hija menor del rey Guillermo II de los Países Bajos y la reina Guillermina de Prusia, se casó a sus veinte años en un matrimonio arreglado con su primo hermano, el príncipe Alberto de Prusia, cuarto hijo de su tío, el rey Federico III De Prusia.
Juntos tuvieron cinco hijos, de los cuales tres vivirían hasta la edad adulta: Carlota, Alberto y Alexandrina.
Aunque Mariana era muy querida en la corte prusiana y apreciada por la familia imperial, tenía que soportar las distintas infidelidades de su marido y como este se paseaba abiertamente con sus amantes, a pesar de que estás eran repudiadas por los nobles.
Sin embargo, su paciencia llegó a su límite y ella misma empezó una aventura con Johannes van Rossum, su cochero. Nadie supo de esta aventura -o era un rumor poco comentado- hasta que en 1845 huyó con él después de que el káiser, su cuñado y primo Federico Guillermo IV de Prusia, y el Papa Gregorio XVI, se negaran a concederle el divorcio.
En ese momento, Alberto había tomado por amante a la joven Rosalía von Rauch, la hija de un general, quien era once años más joven que él y una plebeya sin ascendencia real.
Mariana tuvo que dejar a sus hijos atrás, quienes supuestamente quedaron bajo la custodia de Alberto, pero este fue desterrado de la corte al casarse en un matrimonio morganatico con Rosalía, así que estos fueron criados por su tía, la Emperatriz Isabel, que no tenía hijos.
Pero esto no le importó a Mariana, quien huyó hasta Sicilia junto a Johannes, con quien tuvo un hijo: Johannes Willem, su nacimiento provocó que las dos familias de Mariana, tanto la casa Orange-Nassau como la Hohenzollern, la repudiaran y nunca volvieran a contactarse con ella.
Esto tampoco le importó a Mariana, quien vivió felizmente con su pareja en Italia y después en el castillo Weißwasser, en la actual República Checa.
Libre de cualquier atadura hacia sus dos familias, Mariana se dedicó a la filantropía y al mecenazgo.
Compró el Schloss Reinhartshausen -hoy llamado Festsäle- y lo convirtió en un museo, donde albergó su colección de casi seiscientas pinturas; además de alojar a jóvenes artistas, proporcionandoles techo, comida y un lugar para trabajar.
Actualmente, de su vieja colección se conservan:
Sin embargo, su acto más reconocido fue la construcción de una iglesia en la aldea de Erbacher, en honor a su hijo Johannes, quien falleció de neumonía a los doce años. Johannes fue sepultado bajo el altar y hoy en día, dicha iglesia es la iglesia protestante de Erbach, donde se hacen festivales honrando a San Juan.
También donó dinero en nombre de su padre, Guillermo II de los Países Bajos, para construir una torre de vigilancia, conocida como Wilhelmsturm, en honor a su antepasado Guillermo el Silencioso , donde recibió enviados de los Países Bajos, pidiendo la independencia de los Países Bajos españoles -actualmente Bélgica-
Su amado Johannes falleció luego de treinta años de relación, siendo enterrado junto a la iglesia de Erbach, quienes se negaron a enterrarlo junto a su hijo dentro de la iglesia por ser considerado un adúltero.
Mariana falleció diez años después y sería enterrada junto a él. Su hijo mayor, Alberto, heredó su fortuna y posesiones.
Actualmente, su antigua residencia, el Schloss Reinhartshausen, es un hotel cinco estrellas, actualmente conocido como Châteauform'' Schloss Reinhartshausen en Hauptstraße 41 en 65346 Eltville am Rhein, Alemania.
A pesar de ser olvidada a menudo, la princesa Mariana fue una progresista, adelantada a su época, que se negó a ser otra mujer obligada a callar y obedecer a un marido díscolo e infiel, que ni siquiera respetaba a su propia familia.
Aunque ella ganó su libertad, a cambio perdió a todos sus hijos y su familia.
Es la muestra viviente de que todo en esta vida se paga pero al mismo tiempo se convirtió en un ícono entre las princesas de su época quien, en vez ser admirada, fue tratada como una paria y una pecadora.
Aunque podría decirse que tuvo suerte, ya que logró estar con el amor de su vida, un hombre fiel que la amó y la respetó.
Sin embargo, la historia ahora la recuerda como protectora de artistas y patrona de una iglesia, sobresaliendo entre otras princesas y reinas de su época.
Mientras que su ex esposo es solo reconocido como un príncipe infiel, quién también triunfó en el amor, pero perdió toda su reputación y honor por ello.