¿Es posible incorporar un poco de muerte a la vida?
Realizada en el marco del programa de residencias brindado por Barbados Artes escénicas y Machado, Cuerpo en estado de sitio combina la expresión corporal con la poesía existencial en una puesta que interactúa y hace partícipe a cada espectador.
Cinco cuerpos cobran vida y se preguntan acerca de la existencia, la violencia de género y la libertad. El espectáculo de Maiá Noé propone la comunicación con el público, desde la mirada, la interacción directa, el diálogo e incluso la postura corporal.
Un espacio circular es dónde estos cuerpos – Sarah Gérodez, Matías Barros, Gabriel Gato Jazz del Río, Paula Maturana y Ernesto Grieco- logran convertirse en carne y manifestar provocativamente, a través de diferentes cuadros, el diálogo entre voz, música y danza para converger en un manifiesto cultural acerca de la vida, la muerte, la sexualidad e incluso de la religión.
Cuerpo en estado de sitio no exhibe respuestas, sino que hace preguntas y busca que a cada uno de los asistentes conteste desde su interior, desde sus entrañas.
La música /diseño sonoro a cargo de Mauro Viegas es un componente esencial para climatizar y llenar de tensión el escenario. Tensión que se ve incrementada por el increíble despliegue físico de los artistas que construyen poesía con sus músculos. Desde los hasta los dedos de los pies, cada extremidad corporal adquiere su independencia focal.
Los números, aún sin cohesión, poseen su identidad. Dentro de la identidad de cada cuadro, hay un factor corporal determinado. Todo esto construye una obra con su propia lógica, sin historia pero con poética abstracta que busca incluir en este microuniverso sin respuestas a cada espectador.
Los textos y movimientos de Cuerpo en estado de sitio, parten de improvisaciones pero el resultado es completamente sensitivo: mente y cuerpo se fusionan. Los espacios vacíos, el silencio, la luz, la oscuridad, se incorporan con fluidez y naturalidad en forma expresiva, y la reacción final es que las partes –no solamente en términos de composición escénica, sino extendido a cada unidad del público- se unen como en un gigantesco abrazo, formando una única escultural corporal.
Cuerpo en estado de sitio libera al espectador de las cadenas terrenales y lo transporta a un vacío metafísico y la última sensación que se llega a tener conciencia es de paz interna, como si cada uno que ha ocupado un espacio en la platea haya incorporado un poco de muerte dentro de la vida.
Cuerpo en estado de sitio es un desafío que merece experimentarse.