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    • Entrevista a Cristian Majolo

    • Autor: Rodolfo Weisskirch
      Última Actualización: 2016-07-13 - 09:50:00
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    • Me gusta jugar con los límites, arriesgar, sorprender al espectador, dice Cristian Majolo, director de Jamás me levantó la mano y habla sobre el gran duelo interpretativo de la obra de feroz texto absurdo y crítico con la sociedad.
    • …Cristian, tengo una obra y quiero que la dirijas. Te la envío, dijo Marcos Casanova, autor de Jamás me levantó la mano a Critian Majolo.

      Cristian Majolo recuerda su primer encuentro con este fascinante texto de Casanova:La leí, analicé y en primer lugar lo que más me atrajo, fue que esta madre e hija se desvivirían por cumplir el sueño de llegar a ganar un concurso de baile que se propone en un club de barrio y que con esa excusa o anécdota, la obra mostraría todas las miserias que pasarían estas dos mujeres y cómo se dispondrían a superar los conflictos que se le presenten. ¡El sueño de superación personal! -paradójicamente, los actores vivimos soñando con el gran día y sentí que en la historia de Fátima y Naiara estaba la historia de todos nosotros-.

      La obra protagonizada por Romi Pinto y Malena Luchetti, se representa los sábados en Tadrón Teatroa las 20:30 Hs y explora la relación amor-odio entre una madre y su hija, en medio de varias miserias personales, envidias y un costumbrismo grotesco. Un concurso de baile provocará que unan fuerzas.

      Jamás me levantó la mano, es la tercera obra que dirijo de Marcos Casanova, quien ha sido uno de mis grandes maestros en mi Tandil natal y donde he tenido el placer de conocerlo en profundidad tanto como colega, maestro, director y amigo. Por lo tanto tenemos una química y una confianza en la labor del otro que va más allá de cualquier argumento y que me permite tomar su obra y a partir de su historia, también crear mi propia historia. Por lo tanto, decidí profundizar más esa línea poética costumbrista que el desarrolla desde sus textos y llegar a mis límites como director de actores y puestista. Ahonde desde la puesta, problemáticas sociales y actuales como la violencia de género, el abandono, la manipulación, la incomunicación, la dependencia, el maltrato intrafamiliar -tanto psicológico-verbal como físico-, que encontré en el subtexto e intersticios de la obra para sumarle la discapacidad, la discriminación y la superación personal pese a las adversidades, que podíamos desarrollar con el accionar y la exploración actoral. Es una obra que habla del ser-humano, admite Majolo.

      ¿Cómo es el proceso para mantener el ritmo siempre activo? ¿Qué claves te aporta el texto para manejar la adrenalina que hay en escena?

      Desde el inicio de los ensayos propuse llevar adelante un ritmo vertiginoso y, como bien decís, para eso serían claves las interpretaciones, la concentración, el registro, la percepción, la precisión y la química entre ellas.

      Afortunadamente se logró una química inigualable y una confianza extraordinaria, a punto de atreverse a jugar al máximo y hacer lo que sea sin peros con el director; las invite a accionar. Es por eso que es una puesta con riesgo y la búsqueda de una poética teatral, donde lo lúdico y la fundación emocional re significan el hecho teatral. El texto me aporta remates, tensión, distensión, es resistente y visceral. Decidí sumarle adrenalina a eso que me brindaba y para ello hice hincapié, como director, en los estados emocionales del actor y su mutación, la acción física, la organicidad, los juegos corporales, coreográficos, el desarme del espacio, la ruptura de ejes y simetrías, la transformación de la voz y asumir el riesgo de jugar al límite desde lo actoral y desde el montaje escénico. Un consolidado trabajo actoral, en el que el texto atraviese realmente las venas de los personajes y del espectador.

      Por ello, desde el inicio de los ensayos programé una Puesta bi-frontal -con dos frentes-, para generar una dinámica vertiginosa, de la mano de un texto resistente y visceral donde el espectador no sabrá de qué lado estar y podrá descubrirle el alma a los personajes y su vez ver los ojos de quien tiene sentado enfrente generando un estado intimista, expresando sentimientos esenciales y simbolizando temas de la vida cotidiana de una familia disfuncional -madre e hija- de clase baja Argentina. Así se llegó a una puesta imprevisible que hace partícipe al espectador del espacio escénico, logrando que le resulte visualmente atractivo y coreográficamente impredecible y riesgoso.

      ¿Cómo fue el manejo de la energía con las actrices? Hay diversos estados en la relación madre-hija que van del amor al odio, de la admiración a la envidia. ¿Cómo se manejan esos contrastes?

      Trabajamos de más energía, más intensidad a menos y viceversa. Se exploró corporalmente muchísimo y se apostó emocionalmente de una manera inconmensurable, fue un trabajo de laboratorio. Y nos planteamos desde el inicio ser conscientes que el amor y odio de estas dos mujeres era natural para ellas. Forma parte de su universo, su vínculo, su convivencia. Las une un amor-odio que es sin ir más lejos, por ser madre e hija -Fátima y Naiara- conviviendo en una vivienda precaria, un pequeño mono ambiente sin límites ni fronteras, donde pasan sus días repitiendo una rutina asfixiante de agravios y reproches, manifestando así sus frustraciones e ilusiones incumplidas por una vida que no desearon, no eligieron, simplemente les tocó y así se tuvieron que amar. Ambas juegan en sus roles de madre e hija con el amor-odio que se profesan y una realidad que no eligieron y de la cual no pueden escapar.

      De esta manera, el espectador no puede saber con facilidad si alguna de ellas es buena o mala, aunque realmente eso no importa. Ambas intentan sobrevivir a su condición y rescatar el vínculo. Lo que se vé, es el lazo que las une y el dolor contenido a presión que amenaza con estallar en cualquier momento. Hay reproches, envidias, celos, manipulación, abandono, todo se enlaza y mezcla en estas dos mujeres que no pueden ni vivir juntas ni separarse. Una relación que es puesta a prueba cuando deben atravesar una situación inesperada: es ahí donde emerge la miseria de estos seres humanos que se aman y se odian.

      Se dice naturalmente que las nenas cuando son criaturas compiten con las madres por el amor de su padre y ese síntoma es el inicio de un sinfín de competencias que se combatirán hasta que se conviertan en madres y sus hijas compitan con ellas. Si le sumamos a esta circunstancia la figura de un padre ausente, ya que Naiara nunca conoció a su padre y Fátima debió criarla sola y ser el padre y la madre, el panorama empeora aun más. Sumado a que Fátima ve en su hija su propio ideal, por lo tanto quiere reparar a través de su hija ciertos conflictos propios y Naiara responde en base a ciertas expectativas conscientes e inconscientes ya que se encuentra en una etapa adolescente donde se pone de relieve la diferencia, la identidad y donde todo le parece gris, siente que todo el mundo la ataca, pareciera que el mundo se le viene encima. Naiara atraviesa la etapa en la que empieza a tomar decisiones propias y eso a Fátima la enloquece, porque siente que no la puede dominar, que pierde la manipulación y queel afuera, la masa, el mundo, se la quiere quitar de sus brazos. El miedo al nido vacío y vivir nuevamente el abandono, quedándose sola hasta el final de sus días siendo que la necesita.

      ¿Cómo llegaste al tono grotesco de la obra? ¿De qué manera el humor se convierte en una herramienta para evitar el golpe bajo o el sentimentalismo pero sin perder la cuota emotiva?

      Me gusta jugar con los límites, arriesgar, sorprender al espectador, jugar con los distanciamientos, lo absurdo, lo lúdico, lo surrealista, no ser previsible y cuando se tiene actrices que te lo posibilitan, hay que aprovecharlo. Por eso hicimos una obra visceral, salvaje y a puro vértigo. Nada conformista, como la definió el querido autor de La leonaPablo Lago al salir de la función de prensa.

      Podría afirmarte que Jamás me levantó la mano, estaba planteada textualmente desde el autor Marcos Casanovacomo una comedia costumbrista, pero cuando decidí colocar al personaje de Fátima en una silla de ruedas para re significar la obra, generó un dramatismo que transformó ésta obra en un drama cómico, una tragicomedia profunda, un humilde grotesco Discepoleano pero actual, que se convierte por momentos en costumbrista, cruel y a su vez absurda, con mucho humor y urticante; por otros, en reflexiva y con la que es absurdo no sentir cierta empatía. Logrando de esta manera que el espectador se ría y se conmueva al mismo tiempo.

      Afirmo: ¡Discépolo es el Shakespeare Argentino!

      ¿Cuáles fueron las etapas del proceso de ensayos con Malena y Romina para encontrar esos personajes? ¿Cómo fue la elección de ellas para los roles?

      Primero decidí convocar a dos actrices que desde el fisic to rol posean rasgos y facciones similares para reforzar desde lo vincular el parentesco de madre e hija. Además la obra Jamás me levantó la mano requería según mi punto de vista de un potencial enérgico muy amplio y un instrumento emocional súper desarrollado como actrices. Por ende, busque una actriz experimentada y multifacética en teatro para el rol de madre que yo conociera con profundidad, Romina Pinto -con quien éramos compañeros de elenco en Caja robada-, para que le diera el peso y la densidad necesaria a la escena y una actriz más joven para el rol de hija pero con un camino y oficio actoral televisivo experimentado, Malena Luchetti, para que marcara desde su híper actividad la velocidad, el timing y así se complementaran escénicamente logrando un hecho vivo por demás de singular, dos actrices experimentadas en diferentes campos de la actuación.

      Comenzó el proceso de lectura, comprensión y análisis de texto en el mes de diciembre del año 2015, iniciando los ensayos a partir del mes de enero del 2016. Como método de montaje y puesta en escena, por así llamarlo, decidí montar primeramente una estructura de toda la obra, un esqueleto borrador de principio a fin para luego poder profundizar con tranquilidad cada situación, composición de los personajes y momentos de la obra. Pudiendo luego, jugar arriba de lo coreográfico y de la partitura corporal.

      En la obra se reflejan varias características de la sociedad contemporánea argentina, desde la violencia de género hasta el contraste cultural. ¿Cómo ves el impacto del aquí y ahora en el diálogo que generas con el público?

      El espectador sale movilizado de la sala, sufre una tormenta emocional en su cuerpo, se encuentra consigo mismo y con el otro, ese otro es su hijo, su madre, su padre y se identifica tanto con Fátima como con Naiara, viéndose reflejado en esa madre y en esa hija, como si observara un espejo de su propia realidad, donde el amor y el odio se fusionan para producir en el espectador una cantidad de sensaciones impensables para él mismo, una obra simplemente sensitiva donde no pueda distinguir si llora por alegría o por tristeza. Por eso la gente nos agradece, tanto por lo el trabajo que se ve como por lo que les genera a ellos estar presentes en este ritual teatral. A cada unole pega diferente, le pega en su historia de vida. Por eso el espectador se embronca, cuestiona, enfurece, entristece. Jamás siente indiferencia, porque no te lo permite. Ve la relación entre madre e hija, como es realmente, con todas sus miserias y sus tesoros. Tan contradictoria como la vida misma.

      A manera de mensaje y transformación, lo que pretendo como director es que el ser humano entienda que ser padre y ser hijo son los oficios más difíciles del mundo, nadie nació sabiendo como ejercerlos, por lo tanto es algo que se construye y que si lo hacemos con amor, será muchísimo mejor.

      Por lo tanto esperamos que al disfrutar de Jamás me levanto la mano hacer reflexionar acerca del especial vínculo Madre-Hija, y que cada uno de los espectadores se vaya atravesado emocionalmente y al abrir la puerta de su casa, se encuentre con su hijo, madre o padre, se mire a los ojos y se dé cuenta que seguramente hay muchas cosas que han hecho mal ambos y tal vez sea tiempo de mejorarlas. Si logramos eso, siento que nos sacamos el Prode, no necesitamos más. Sin dudas es una obra para disfrutar con tus padres o con tus hijos.

      ¿Cómo se trabajaron las coreografías de la obra? ¿Qué dificultades se presentaron?

      Lo coreográfico en cuanto a lo textual, se trabajó permanentemente haciendo una exhaustiva exploración y registro del espacio escenográfico que trabajaríamos desde el primer ensayo. Suelo marcar un esqueleto de desplazamientos para jugar, como si fuese una partitura. Luego sumamos la segunda parte, el certamen de baile y las corografías. El colocar al personaje de Fátima en una silla de ruedas, para resignificar la danza en esta obra, me obligo, la obligo a Romina y nos obligó a todos, a ser muy precisos en el registro espacial y para ello convoqué nuestra querida amiga coreógrafa María Isabel Ducretpara el armado de las coreografías del certamen y hacer un trabajo en conjunto donde le involucremos a lo técnico de la danza el trabajo emocional y metafórico que pretendíamos. Es por eso que esta versión inédita cuenta con una mujer en silla de ruedas que junto a su hija harán lo imposible para ganar un concurso de baile y pese a su discapacidad, juntas lograran enseñarnos el verdadero significado de la unión familiar y como nada puede ser impedimento para lograr nuestros objetivos. Como dijeren representantes de CILSA a disfrutar de la obra La obra supera el mito de que la discapacidad es una falta, cuando en verdad solo necesita ajustes necesarios para suplir esa limitación.

      ¿Cuáles son tus próximos proyectos y cómo sigue el camino de Jamás me levantó la mano?

      Seguir trabajando todos los días en teatro, cine, publicidad, radio y televisión Continuar con el dictado de mis clases de teatro en mi estudio aquí y ahora. Y por lo pronto el nuevo desafío es dirigir la obra del querido autor Pablo Lago, llamada Cansados de Ser, junto a un gran elenco: Inés Palombo, Romina Pinto, Amancay Espíndola, Juan Cruz Wenk, Mathias Sandor y Federico Marrale.

      Con Jamás me levantó la mano seguiremos todos los sábados en Tadrón Teatro a las 20:30hs, haremos gira y recorreremos diversos festivales nacionales e internacionales, además de hacer función en lugares que a nosotros nos interesa que vean la obra como escuelas, cárceles y centro culturales y de rehabilitación. Es una obra sin fecha de vencimiento, para largo… y la queremos hacer por siempre.

      Jamás me levantó la mano

      Tadrón Teatro – Niceto Vega 4802Sábados 20:30 Hs