Para encarnar a Viollete Leduc, escritora bisexual francesa que fuera elogiada por el mismísimo Jean Paul Sartre o los intelectuales de aquella época por su escritura cruda y poética, pero sobre todas las cosas por su desparpajo a la hora de hablar del sexo en obras como La asfixia, el incesto entre hermanos en Le taxi o el aborto, siempre bajo la tutela y apoyo moral y económico de Simone De Beauvoir, el director Martín Provost transita por los caminos convencionales de las biopic políticamente correctas y se deja seducir por el magnetismo de la gran actriz Emmanuelle Devos.
La tortuosa vida de Violette Leduc se presenta en esta película de manera episódica como si se tratara de los capítulos más amargos y significativos de una novela autobiográfica, que tienen como denominador común dos elementos: amores no correspondidos y extrema pasión.
La experimentada actriz Emmanuelle Devos se encarga de ponerle verdad a un personaje que por momentos roza lo patológico desde sus obsesiones por las mujeres como Simone De Beauvoir, convertida una vez que se conocieron en objeto de deseo, mecenas y amiga, quien vio en su singular forma de escribir una gran oportunidad literaria en un periodo en el que las editoriales miraban con recelo a aquellos escritores transgresores como la protagonista.
Las viñetas que dan cuenta de los éxitos y fracasos de esta escritora polémica también reflejan aspectos de su personalidad que la volvían vulnerable ante las frustraciones y que formaban parte de su pasado traumático atravesado por las guerras, el ocultamiento de su elección sexual ?tuvo su primera experiencia lésbica en un internado- y sus complicadas relaciones con Maurice Sachs.
Sin apelar al recurso del flashback y a veces abriendo el espacio al terreno de lo onírico para confrontar con los fantasmas y los miedos de Violette Leduc, el director no sale de un esquema de biopic convencional ni tampoco indaga o interpela a la controvertida escritora. Se deja atrapar, por decirlo de alguna manera, por esa mezcla de misteriosa seducción ejercida tanto por una tendencia autodestructiva como la sensibilidad a la hora de escribir, aspecto que puede verse reflejado en fragmentos de sus textos en off, que se intercalan a lo largo de la película.
Poco se desarrolla sobre los tópicos tradicionales del feminismo más allá de esa lucha silenciosa por la libertad e independencia en un mundo machista teniendo en cuenta que algunos textos de Leduc fueron tomados luego por feministas como medio de expresión de un discurso a lo largo de los años.
A la buena actuación de Devos debe agregarse la presencia de Olivier Gourmet en el rol del perfumista Guerin, admirador de su obra y excéntrico financista de sus locuras literarias.