En Wolverine: Inmortal -The Wolverine- la trama se instala de lleno en la iconografía japonesa primero desde el punto de vista histórico al tomar como base la caída de la bomba atómica en Nagasaki, momento en el que Logan -Hugh Jackman- se encuentra como prisionero de los soldados nipones y le salva la vida a uno de ellos, Yashida -Hal Yamanouchi-, haciendo gala de su poder e inmortalidad para reencontrarse por asuntos pendientes en el presente donde el salvado ha cosechado riquezas, prestigio dentro de la industria electrónica y propone a su salvador la solución para hacerlo mortal, mediante la transferencia del poder.
Pero si de japoneses se trata, no puede estar ausente la yakuza por lo menos en los aspectos formales, en este caso para eliminar a la nieta Mariko -Tao Okamoto- futura heredera del imperio una vez que el anciano deje de existir. Sin embargo, Wolverine -Hugh Jackman- contará con la ayuda de Yukio -Rila Fukushima-, una joven guerrera que cuenta con el don de predecir el futuro y que al igual que Logan pertenece al grupo de los descastados.
El punto endeble del Wolverine: Inmortal -The Wolverine- propuesto por el director James Mangold radica en la elección de los villanos y sobre todas las cosas de la antagonista Viper -Svetlana Khodchenkova-, de muy poco peso y prácticamente opacada a partir de la subtrama en la que entran en juego las coordenadas de toda película en donde está involucrado el poder de la mafia japonesa.
Las escenas de acción son el otro aspecto a tener en cuenta a la hora de comparar Wolverine: Inmortal -The Wolverine- con su antecesora y donde se destaca principalmente Hugh Jackman desde su destreza física y su composición, cada vez más afianzado a las características del personaje para encontrarle mayor densidad dramática y matices a su composición actoral para introducir en pequeñas dosis un desacartonamiento y llevarlo al límite de la caricatura en los escasos pero efectivos apuntes de humor.
No obstante, a Wolverine: Inmortal -The Wolverine- le falta intensidad, un guión con mejor elaboración y le sobra solemnidad hasta convertirlo por momentos en algo esquemático, tedioso y bastante predecible promediando la segunda mitad, pero que solamente sale airoso gracias a Hugh Jackman y a la magnética Tao Okamoto, quien no sólo funciona como interés amoroso sino que también lo hace desde su arrolladora personalidad.
Es conveniente aclarar que una vez finalizados los créditos de Wolverine: Inmortal -The Wolverine- quedan indicios del inminente avance de un continuará mucho más abierto desde lo que a historia de los X-Men respecta, aunque si esta nueva entrega consigue un éxito comercial acorde a las expectativas habrá Wolverine por mucho más tiempo, solo o acompañado. Ningún problema siempre que se siga pensando en Hugh Jackman.