?Célébrons Paris !? exclaman gozosos los personajes de ?La vie parisienne? en el apoteósico final de la obra. Y de eso se trata: de una celebración, de un homenaje a París y a la joie de vivre que estalla en arrebatadoras melodías hábilmente conducidas por un chispeante libreto.
?La vie parisienne? ridiculiza con elegancia a la alta burguesía: los sirvientes fingen ?a su manera? ser aristócratas aprovechando la ocasión para divertirse y los aristócratas sólo piensan en vivir pícaras aventuras.
Ramiro Soto Monllor dirigió con vitalidad y firmeza el coro y la orquesta de la compañía respondiendo al carácter festivo de la música. La dirección general y regie de Adriana Segal fue creativa y eficaz en casi todo momento.
Se destacaron muy especialmente los cantantes Susana Moreno -Gabrielle-, Pol González -un desopilante Barón De Gondremarck-, Paula Bresci Raña -Mètella-, Gabriel Centeno -De Gardefeu- y Rocío Cereceda -Pauline- entre un numeroso elenco de diversa calidad.
Es de lamentar la endeble pronunciación en francés de los intérpretes en las partes cantadas y la falta de naturalidad en los diálogos que fueron vertidos en español.
Por otra parte, el desempeño del ballet -con una vigorosa coreografía de Gabriela Castro Barros- despertó admiración tanto por su desparpajo y destreza física.
En los rubros técnicos destaca positivamente la escenografía de Gerardo Pietrapertosa el cual respondió a las exigencias de la acción. Un colorido vestuario contribuyó, a su vez, a completar la ambientación.