En una noche primaveral, miles de personas se juntaron convocados, vía redes sociales de internet en esquinas emblemáticas porteñas y en otros rincones del país para protestar contra medidas del Gobierno como el cepo cambiario; el fin de la corrupción, la inseguridad y la Reforma Constitucional.
Otros vecinos se concentraron en el cruce de Acoyte y Rivadavia, en Caballito, y elevaron consignas en contra de las restricciones cambiarias y a favor de mayores medidas de seguridad.
También hubo protestas en esquinas de Palermo, Belgrano y Núñez, en la Quinta Presidencial de Olivos y hasta en algunos balnearios de Punta del Este.
Pero la concentración más grande ocurrió en la Plaza de Mayo, donde desde las 19hs llegaron a juntarse, según fuentes de la Policía Federal, unas seis mil personas, aunque durante varias horas circularon centenares de ellas convocadas por el enojo con el modelo K.
Más allá del número de manifestantes, sin tener en cuenta al sector agrario que no estuvo en la plaza, ni la CTA, ni otras organizaciones de izquierda que se manifestaron la semana pasada, por los planes sociales y la asignación familiar para todos.
El malestar social ha cambiado distintas variables económicas. Al modelo K, se le reclama no tanto el fondo de las medidas sino las formas o los argumentos que esgrimen sus intérpretes o interloutores sociales. Dólares para todos no, pero sí para los poderosos y los políticos de turno. Los carteles, pintados a mano en telas y papeles fotocopiados de apuro, dejaron en evidencia la espontaneidad de la convocatoria; que combinó quejas y elevó consignas en contra de las restricciones cambiarias y a favor de mayores medidas de seguridad.
La Presidente y sus ministros deberán mirar la realidad y tener en cuenta que estas manifestaciones multisectoriales pueden convertirse en populares y que no alcanza con ocultarlas -los medios oficialistas no las tienen en cuenta- sin darle prensa por los medios audiovisuales.
Alguna vez Perón dijo que ganaron elecciones sin los medios de prensa a favor, y con un aparato como ALEA -la cadena peronista- perdieron el control social. Al ciudadano, lo único que le importa es la realidad, no alcanza con ocultarla, cada uno sabe cuánto cuesta llegar a fin de mes, aunque el INDEC siga informando todo lo contrario.