Si bien el guión de El precio de la codicia (Margin Call) maneja cierta complejidad a la hora de reflejar números, estadísticas, procesos que conducen a la debacle -tanto económica como moral- está elaborado para público norteamericano, es decir, redunda en explicaciones para que no se pierda el eje central y mucho menos aún el microclima de tensión durante la noche que dura la historia.
Estamos en presencia de una ópera prima del realizador y guionista J.C. Chandor, quien expone de manera dinámica las consecuencias de la toma de decisiones de un grupo financiero de Wall Street al que sólo le importa salvar su pellejo y lo que quede de su patrimonio en detrimento de la catástrofe económica que azota a millones que no tienen esa suerte.
Retratados con la misma ferocidad de aquello que representan, es decir inescrupulosos, corruptos y depredadores, la fauna de personajes, desplegada en esta cacería salvaje en un único espacio como el interior de un gran edificio sin presencia del exterior prácticamente, puede dividirse por jerarquías donde cuanto más alto se asciende mayor nivel de ignorancia demuestran. Ese es el costado irónico que prevalece ante un drama protagonizado por gente muy poderosa, atravesada por un conflicto que pone en jaque el status quo y para el que el juego de traiciones y lealtades están a la orden del día.
Como ocurre en este tipo de propuestas, El precio de la codicia (Margin Call) utiliza el recurso de retacear información al espectador es lo que sostiene la tensión dramática para sobredimensionar un elemento de escaso interés, sin dejar de tener presente la insustituible marca de un reparto sólido capaz de mantener el registro y de escupir diálogos a la velocidad de la luz.
Tanto los textos (recordemos que fuera nominada al Oscar por su guión) como ese elenco están asegurados, comenzando por contar con la presencia del gran Jeremy Irons en un rol de villano implacable, al que se suma un pelotón de estrellas integrado por Demi Moore, Simon Baker, Paul Bettany, Kevin Spacey, Stanley Tucci y el ascendente Zachary Quinto, también productor del film. Todos ellos muy bien dirigidos.
A grandes rasgos la historia de El precio de la codicia (Margin Call) puede sintetizarse a partir del descubrimiento de Peter Sulliva (Zachary Quinto), un empleado de bajo rango en la financiera que recibe en manos de su superior Eric Dale (Stanley Tucci) los resultados de una investigación donde se detecta una falla en el sistema que anticipa el desmoronamiento total y el crack financiero. Eric, horas antes, recibe la noticia de su despido al convertirse en la primera pieza sacrificable dentro de la estructura de poder pero es el único capacitado para entender de qué se trata. Su ausencia trae aparejada una reunión secreta donde los máximos accionistas de la compañía deberán tomar decisiones extremas e idear contrarreloj un plan de salvataje financiero donde la ley del sálvese quien pueda y la falta de escrúpulos serán la frutilla del postre.
El resto de la historia se debate entre economía de gestos, frialdad y miradas cómplices que con el correr del tiempo incrementan el nivel de adrenalina de un thriller económico (¿existirá ese subgénero a partir de ahora?) bien desarrollado que mantendrá al espectador atado a la butaca.