Hay dos axiomas cinematográficos que se cumplen a rajatabla en este engendro del director Paul W.S. Anderson Los tres mosqueteros: en primer lugar que Hollywood destruye todo lo que toca cuando se trata de adaptar clásicos de la literatura al formato del video juego post producido y finalmente que cualquier pretexto de historia alcanza para el exhibicionismo y la acumulación de valores de producción en proyectos de mediocre calidad. Decir que esta supuesta traslación del mundo de Alejandro Dumas a los códigos del cine Blockbuster tiene algún contacto con la épica y la esencia de la novela homónima que tenía por protagonistas a los intrépidos Athos, Aramis y Porthos junto al joven DArtagnan (Logan Lerman) es prácticamente insultante. No basta con una reconstrucción de época aceptable así como un despliegue impactante del vestuario -aunque no así del pensamiento de aquel siglo XVII - para salir indemne y justificar que todo vale en función de un público adolescente al que poco le importan las andanzas de los valientes espadachines contra el cardenal Richelieu (Christoph Waltz).
Superadas estas salvedades y más allá de las falencias de un guión prácticamente anecdótico e insulso es justo señalar que el espectáculo y la pirotecnia visual están garantizados en esta nueva aventura, que calca secuencias de películas como Matrix; adopta el estilo desnaturalizado ya aplicado en la nueva versión de Sherlock Holmes con ese ritmo trepidante y abusa de la cámara lenta al mejor ejemplo de 300.
Estamos frente a un pastiche con escaso protagonismo de los mosqueteros (todos ellos interpretados por actores de segunda línea) que suma algunos nombres reconocibles como el de Milla Jovovich en el rol de la condesa Milady de Winter, una doble agente inescrupulosa que intentará, mediante sus artes de estafadora y armas de seducción, generar un enfrentamiento entre los reinos de Francia contra el de Inglaterra, con un Luis XIII joven y de cerebro corto frente al Duque de Buckingham interpretado por Orlando Bloom, archi-enemigo de los mosqueteros que cuenta con la máquina de guerra inventada por Leonardo Da Vinci.
Así las cosas intentando construir un relato que se apoya en las intrigas palaciegas y algunos atisbos de espionaje y contraespionaje, el film simplemente entretiene cuando se trata de soltar los mecanismos de la aventura sin enormes pretensiones pero eso no lo exime de sus traspiés y exabruptos que en suma opacan un entretenimiento asegurado.