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    • Dios suspiró y el mundo se detuvo

    • Autor: Carlos Lionel Traboulsi
      Última Actualización: 2020-04-04 - 20:01:00
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    • A todos por igual el dolor de no ver más a nuestros familiares, de perder la libertad, de perder todo, en particular la salud, nos atraviesa.
    • Estamos viviendo una crisis mundial producto de la pandemia del coronavirus que pone necesaria e ineludiblemente como tema de debate y reflexión en la sociedad que es lo que el hombre ha hecho mal a lo largo de estas últimas décadas para afectar nuestro hábitat y las relaciones humanas como lo ha hecho.

      El calentamiento global, el capitalismo asfixiante con el endiosamiento del mercado por sobre la persona humana, el individualismo egocéntrico, la ausencia de valores direccionados a la destrucción de la familia, la pérdida del respeto por la autoridad, la ausencia de solidaridad y de contención; la soberbia del ser humano desconociendo todo ente superior que no sea la ciencia, la impudicia de los gobernantes, en fin un planeta habitado por semidioses sin temor a nada.

      Esta pandemia nos demostró que la soberbia, el poder, el dinero, la fama, todo se termina en cuestión de segundos frente a un “bichito microscópico” que un simple murciélago puede controlar. Que los seres humanos somos únicos e irrepetibles, pero que en definitiva nuestra dignidad nos iguala viniendo y partiendo de este mundo de la misma manera. El temor y el arraigo a la vida no tienen fronteras, razas, estrato sociales ni diferencias algunas. A todos por igual el dolor de no ver más a nuestros familiares, de perder la libertad, de perder todo, en particular la salud nos atraviesa.

      Un suspiro de impaciencia de Dios -cada uno póngale el nombre de un ente superior que desee- generó un minuto de detención de la humanidad en la historia que nos está mostrando y enseñando infinidad de cosas. Lo que creíamos demandaría muchísimas décadas y quizás centurias referidas a la contaminación ambiental, cambio climático y el mal trato a la madre tierra, observamos maravillados que en un tiempo de reflexión de no más de dos meses ha significado un cambio radical en la situación terrible que se avecinaba, recuperando estándares de no contaminación casi increíbles.

      Los aislamientos obligatorios nos recordaron nuestras raíces dormidas de familia, de compartir, de escucharnos, de recuperar el diálogo entre padres e hijos; de reflexionar sobre nuestras vidas y futuro, de aceptar nuestra soledad, de darle importancia a las pequeñas cosas y de fortalecer las relaciones de amistad. El compromiso y solidaridad de estar y jugarse por el prójimo. En definitiva los seres humanos hemos nuevamente encontrado el amor, ese amor que se funda en el primer derecho esencial de las personas sin el cual el resto de los derechos carecen de sentido que es el derecho a la Vida.

      Todos queremos vivir y queremos hacerlo bien, por eso ahora vendrán, superada esta crisis de la cual mucho aprenderemos, el debate de un nuevo estado más presente, de una salud pública para todos que tenga como centro la vida, donde los gastos que se efectúen tengan siempre un norte de protección de la vida para todos y no de cuestiones políticas coyunturales. Nunca más gastar para la muerte, sino invertir en todo lo que sea protección de la vida y de toda vida.

      Estoy seguro que estos días o semanas de aislamiento nos permitirán a los argentinos recuperar nuestras raíces y fortalecer la familia, las amistades, las políticas de estado en salud pública, en defensa del trabajo nacional, en la recuperación de todos los que están en la pobreza y marginación, en definitiva, en la construcción de una sociedad fuerte basada en la familia, en las relaciones interpersonales, el trabajo genuino y productivo, la justicia social y la educación como base del crecimiento de todos, donde nadie nos sea indiferente y donde todos seamos necesarios. La guerra contra este invasor invisible la ganaremos, no cabe dudas, pero el desafío viene después y consiste en que todo lo que sufrimos y recuperamos no lo perdamos más.

      Más familia, Más Humildad, Mas Amor, Más futuro, será a partir de ahora el camino que empezaremos a recorrer juntos y unidos.

      Carlos Lionel Traboulsi: Abogado, Diplomado en Relaciones Internacionales, Secretario General Partido Demócrata Cristiano CABA