Venimos siendo testigos en el continente de expresiones populares que se van rebelando frente a los gobiernos constituidos, más allá de sus posicionamientos ideológicos, con una clara consigna de hartazgo de la práctica de la política como se viene desarrollando en la mayoría de los países de Latinoamérica. Una práctica que desconoce libertades, derechos y valores.
Una política que debe ser la expresión genuina de la vocación de servicio al prójimo basada en el amor a éste, en los hechos se viene representando en promesas incumplidas de personajes que terminan condenando a los pueblos al hambre, pobreza, marginación, inseguridad, a una pérdida de futuro por la destrucción de las familias y por el lavado de cerebro que se pretende hacer a nuestros hijos, con ideologías propias de estas concepciones deconstructivas, que solo buscan el rédito personal o grupal de lo que muchos denominan “bandas”.
Distintos detonantes terminan prendiendo las mechas de esas explosiones populares y es difícil encontrar líderes en ellas ya que precisamente son masas que se van formando con una misma identidad de hastío. La democracia de nuestros países son insuficientes de la forma que están diseñadas para dar respuestas a nuestros Pueblos, ya que faltan los controles necesarios y eficientes sobre las dirigencias corruptas.
Los fraudes, delitos, mentiras, están a la orden del día, pero al momento de sus sanciones la Justicia no está a la altura de las circunstancias y los Pueblos carecen de herramientas para encauzar esas situaciones.
La movilización popular es la única forma de hacer sentir el reclamo de los que siempre están con las cabezas gachas, trabajando, construyendo Patria silenciosamente y cumpliendo con la ley. Es la expresión genuina de la mayoría popular que acepta las reglas de juego hasta que se cansa.
Este momento es histórico; ha llegado para quedarse, por eso no hay más tiempo para palabreríos, hay que poner manos a la obra para dar respuesta a todos nuestros Pueblos.
Es el momento que nuestras democracias se reciban como tales y empiecen a dar respuestas. Para ello es necesario una auténtica reforma política donde los partidos políticos sean auténticas instituciones pilares del sistema democrático, generando agenda, participación ciudadana y control de gestión, como así, generar normas claras frente a los incumplimientos de promesas de campaña y en particular sanciones ejemplares frente a las malas praxis políticas de los funcionarios y actos de corrupción.
Bolivia no es ajena a esta situación, el Pueblo se hartó y enfrentó a la “banda” -todos aquellos que disfrutan al calor del poder- y tomaron las calles para hacer sentir su bronca y su rechazo por ese mal uso de la política que hacen sus dirigentes.
Evo Morales es uno más, no es el único, que más allá de aciertos en sus sucesivos gobiernos, ha tomado el poder como propio, y como sucede en estos casos, su sentimiento de impunidad lo ha llevado a actos que están siendo reprobados por las mayorías populares. No debió haber pedido refugio ante el primer pedido de renuncia, debió continuar con el desarrollo en forma célere del llamado a elecciones libres, trasparentes y sin proscripciones que había hecho, convocando a la paz y encuentro del Pueblo Boliviano y a la ayuda internacional para garantizar unas elecciones sin ningún tipo de cuestionamientos. Lamentablemente eligió irse y seguir profundizando la grieta no solo en Bolivia sino en el continente.
Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Chile, Argentina tenemos los días contados para desplazar los claustros ideológicos e ir a la verdadera esencia de la política para dar respuesta y felicidad a nuestros Pueblos. Ojalá entendamos la gravedad de la situación que nos toca vivir con grandeza,unidad y sin violencia.
Carlos Lionel Traboulsi, abogado, Secretario General Partido Demócrata Cristiano CABA