La literatura latinoamericana está de fiesta. El poeta chileno Nicanor Parra, quien en el mes de septiembre cumplirá 103 años, lanza una compilación de su obra escrita -casi- completa, en un ejemplar que contará con más de cuatrocientos páginas de lo que él llama desde hace años “anti-poesía” – como una forma de diferenciarse, de rebelarse ante el mundo literario y formar su propio movimiento- que llevará por nombre el provocativo “El último apaga la luz”. ¿Será él el último en irse y el encargado de darle a la perilla? Parece que esa es su idea, ya que a pesar de su edad -más que avanzada, casi mágica- sigue en plena actividad, con numerosos proyectos por delante y dispuesto a pelearle a la vida -y por qué no también a la muerte- un año más, muchos años más.
El mayor de los Parra, miembro de una de las familias artísticas más destacadas y reconocidas de Chile, hermano mayor de Violeta entre otros, además de poeta es físico y matemático, desarrolló a lo largo de su vida fundamentalmente su faceta literaria con la que se convirtió en una profunda influencia en la literatura hispanoamericana. A través de sus años ha recibido, junto a la admiración del público y de sus compañeros de armas literarias numerosos premios, entre los que se destacan el Premio Nacional de Literatura en 1969 y el Miguel de Cervantes en 2011, además de ser uno de los eternos candidatos al Premio Nobel de Literatura.
En el año 1954, Nicanor Parra publica su poemario “Poemas y antipoemas” a través del cual el escritor se oponía a la poesía tradicional que en ese momento era la que imperaba y se destacaba en su país con Pablo Neruda y Vicente Huidobro como representantes principales. A partir de esta publicación, que puso en crisis a la poesía tradicional, y gracias a esta nueva forma de hacer poesía, Parra comenzó una importante actividad literaria y se hizo conocido -y reconocido- tanto en su país como a nivel mundial. La antipoesía, que Parra convirtió en movimiento literario y revolucionario, se caracteriza por usar un lenguaje directo, antirretórico y coloquial, a la vez que se apoya en frases hechas, dichos populares y lugares comunes.
Con la selección de textos y edición a cargo de Matías Rivas -editor de Parra en otro sello y gran conocedor de su obra- esta antología nos lleva por el camino literario que Nicanor Parra recorrió hasta llegar a nuestros días, con “Poemas y antipoemas” en versión completa, algunos textos hasta hoy dispersos en revistas culturales, y otras de sus grandes obras. Por otra parte, Rivas cuenta en entrevistas a varios medios, que el autor tiene cuadernos llenos de poemas inéditos y que esos no son publicados ya que aún falta la decisión del propio poeta para darlos a conocer.
Habrá que esperar hasta fin de año que es cuando Lumen -la editorial que se embarcó en semejante y maravilloso proyecto- anuncia la salida del libro en España, y unos meses más para que llegue a Latinoamérica. Mientras lo hacemos, recordamos a Roberto Bolaño, uno de sus más grandes admiradores, hablar de Parra. “Parra ha conseguido sobrevivir –escribió Bolaño–. No es gran cosa, pero algo es. No han podido con él ni la izquierda chilena de convicciones profundamente derechistas ni la derecha chilena neonazi y ahora desmemoriada. No han podido con él la izquierda latinoamericana neoestalinista ni la derecha latinoamericana ahora globalizada y hasta hace poco cómplice silenciosa de la represión y el genocidio. No han podido con él ni los mediocres profesores latinoamericanos que pululan por los campus de las universidades norteamericanas ni los zombis que pasean por la aldea de Santiago.
Ni siquiera los seguidores de Parra han podido con Parra. Es más, yo diría, llevado seguramente por el entusiasmo, que no sólo Parra, sino también sus hermanos, con Violeta a la cabeza, y sus rabelaisianos padres, han llevado a la práctica una de las máximas ambiciones de la poesía de todos los tiempos: joderle la paciencia al público”. Para dicha de los lectores, Parra ha conseguido sobrevivir.