Theodore Melfi, el director de la comedia dramática St. Vincent –interpretada por Bill Murray- adapta el libro Talentos ocultosde la escritora Margot Lee Shetterly, que narra la historia real de tres notables matemáticas afroamericanas que ingresaron al programa espacial de la NASA en 1961.
Para comprender la película hay que remontarse a la época y el lugar. Virginia todavía era un estado en el que había segregación racial. Blancos y negros no podían compartir baños ni bibliotecas ni universidades. Todavía había persecución y muchos prejuicios.
Al mismo tiempo, el reverendo Martin Luther King Jr. empezaba a armar protestas pacíficas en contra de los ataques y represiones que sufría la comunidad afroamericana en el sur del país, específicamente. Por lo tanto, y en resumidas cuentas, eran tiempos convulsionados.
A eso hay que sumar, los prejuicios misóginos relacionados con el rol que la mujer debía ocupar en la sociedad, y los puestos laborales a los que podía aspirar por entonces.
Talentos ocultos se encarga de narrar, de manera casi coral, la historia Katherine Goble Johnson, madre soltera y notable matemática que se ganó un lugar dentro de los físicos que dirigieron las primeras misiones espaciales de la NASA y, específicamente la logró que John Glenn, fuera el primer hombre en dar una órbita alrededor de la Tierra.
Melfi, con ironía, exhibe las dificultades que tuvo Johnson a partir del momento que fue seleccionada, para demostrar su talento e inteligencia en un contexto de hombres blancos llenos de prejuicios. Johnson gana su lugar gracias al respaldo del jefe de la misión, Al Harrison, pero en contra de Paul Stafford, el jefe de ingenieros.
Si bien la narración no evita lugares comunes y es, sin dudas, efectista, la elección de no caer en golpes bajos y la actitud de atenuar con humor los prejuicios ayuda que el film sea atractivo y digerible. Dentro de la moralina, la narración fluye y mucho influyen las interpretaciones de Taraji P. Henson, versátil y sobria, Jim Parsons–sin demasiadas diferencias con el Sheldon Cooper de The Big Bang Theory- y, especialmente, Kevin Costner, maduro y austero.
Las otras subtramas – no tan desarrolladas- incluyen a Dorothy Vaughan, -buen trabajo de Octavia Spencer- supervisora de Johnson, pero que luchó para conseguir un sueldo igualitario, confrontando con Vivian Mithchell, personaje racista e hipócrita notablemente interpretada por Kirsten Dunst; y a Mary Jackson – Janelle Monáe- la primera mujer ingeniera de la NASA, cuya narrativa se vuelve más interesante cuando encara los prejuicios de su propio marido, un activo militante político aliado a Luther King.
Melficonsigue que cada subtrama y personaje tenga un clásico desarrollo. No hay fisuras ni en la dirección ni el guión. Es todo realmente redondo y políticamente correcto y calculado.
Tanto perfeccionismo hace pensar que Talentos ocultos, en realidad, podría haber sido hecha para televisión. Es un film que no trasciende a nivel artístico. Previsible, estructurado, demasiado conservador y poco arriesgado. Pero por otro lado, se agradece que solo se limite a narrar lo que propone sin desequilibrar su balanza hacia el melodrama o el sentimentalismo. Elige un punto de vista optimista, conciliador.
Talentos ocultos se fortalece porque su elenco lleva adelante la historia y cada aspecto estético está cuidado. Film sobrevaluado por su didactismo político pero que resulta agradable, y dentro de todo, entretenido. El valor histórico de las tres protagonistas reales es lo que realmente cabe destacar en estos tiempos de incipiente retorno al fascismo.