Taiwán, al igual que China, Hong Kong, Macao, Singapur y otros países de Asia, vive la llegada del Año Nuevo Chino de una manera muy especial, siguiendo todas las tradiciones y otorgándole a esta fiesta un sentido muy profundo de unión, prosperidad y fortuna.
Desde las semanas previas a la celebración, en todo Taiwán se respira un clima diferente. Por ejemplo, en su ciudad capital, Taipei, llama la atención la cantidad de muebles abandonados en las esquinas. Según la tradición, el comienzo del Año Nuevo Chino tiene que ser el inicio de una nueva era y renovar la casa es parte de ese proceso: se hace una limpieza a fondo, se tira todo lo viejo y se empieza el año con todo a estrenar.
Por supuesto que la comida también ocupa un lugar central y es por eso que los mercados de la ciudad multiplican la cantidad y la variedad de sus productos. En el legendario mercado de la calle Duhua, muy cerca de la estación central de Taipei, se puede encontrar una gigantesca oferta de dulces, frutas, verduras, carnes secas, embutidos y pescados y mariscos, por ejemplo.
Entre lo esperado, están las frutas como el ananá, las mandarinas, los pomelos, que tienen un significado especial dentro de la cultura china, pues simbolizan la prosperidad y la fortuna. Y entre lo inesperado, están las huevas de pescado, un producto de alto valor que se consume particularmente en esta época, o los chorizos dulces que a cualquier occidental le puede resultar sorprendente.
El mercado también es el espacio donde adquirir la decoración festiva. Este año, por ser el Año del Gallo, abundan los gallos rojos y dorados de diferente tipo y tamaño; que pueden ser acompañados por farolas, pescados, gatitos de la suerte – también conocidos como maneki neko- y los infaltables petardos. Estos explosivos juegan un papel clave en la celebración del Año Nuevo Chino, y no por el ruido y los chispazos, sino porque son colocados en las puertas de las casas, edificios y negocios para que, al estallar durante los días de festejo, ahuyenten a los malos espíritus.
Se puede decir que durante el Año Nuevo Chino, Taipei cambia su fisonomía. De ser una ciudad bulliciosa e hiperpoblada, se transforma en una ciudad fantasma. Hay que olvidarse de encontrar los comercios habituales abiertos o de chocarse con la misma cantidad de personas en las calles. En éste, el feriado más largo de Taiwán, la mayoría de los habitantes viaja a sus lugares de origen para disfrutar el Año Nuevo Chino con sus seres queridos. Y si bien hay menos gente en la capital, todavía quedan miles fieles que abarrotan los templos para conectarse con el lado más espiritual y religioso del acontecimiento.
Uno de los atractivos del Año Nuevo Chino es la demostración de la danza del león y del dragón; usualmente ejecutada en la puerta de los templos e incluso en el centro de la ciudad. Al ritmo de los tambores y el gong, un grupo de acróbatas le da vida a estas figuras y las hace bailar para ponerle el broche de oro a la espectacular maratón de festejos del Año Nuevo Chino.