Finaliza el verano y el otoño aparece en un abrir y cerrar de ojos. El regreso de las vacaciones y el inicio de una nueva de estación señalan cambios que se ven en el clima, el vestuario, la vuelta a la rutina, el esparcimiento, en la vida diaria y en el cuerpo.
Los cambios a realizar son muchos y es bueno tener en cuenta empezar por la piel, vestimenta natural con la que nacimos y que, como toda prenda, requiere cuidados.
Hablar de la llegada del otoño es hablar de un verano que pasó, esa estación de días plenos de disfrute, de espacios verdes y de importantes dosis de carga solar. Los días de sol y altas temperaturas se van despidiendo y los más fríos se abren camino, ambos tienen repercusiones en la piel.
Por tales motivos el otoño es un momento clave para recordar tratar la piel del rostro y del cuerpo.
En este caso puntual hablaremos del rostro.
Desde los primeros tiempos de la cosmética moderna el cuidado de la piel se ha basado en tres fundamentos básicos: limpieza, exfoliación e hidratación, la mejor herramienta a utilizar como primer medio de tratamiento.
Limpieza: En el caso del rostro hay una gama amplia de espumas limpiadoras, jabones líquidos o en barra y mascarillas de limpiezas adecuadas a cada tipo de piel. Estos productos se encargan de la remoción de impurezas. La limpieza del rostro se sugiere dos veces al día como mínimo.
Exfoliación: al igual que los jabones faciales, hay un abanico de fórmulas exfoliantes que se adecuan a casi todos los tipos de pieles. Éstos serán los encargados de remover de manera directa las células muertas del rostro y por ende, ayudan a la limpieza de los poros. Se sugiere una exfoliación por semana.
Hidratación: Viene con frecuencia en presentaciones fluidas -para pieles secas o resecas- y en gel -para pieles mixtas o grasas-. El hidratante se encarga de devolver al rostro humectación y ayuda a mantener un equilibrio adecuando entre la oleosidad y la hidratación propia de la piel. La hidratación requiere uso diario.
Estos tres pasos básicos de limpieza colaboran con una mejor apariencia del rostro y una tonalidad más uniforme de la piel. Una piel limpia tiene textura más agradable.
Más allá de los cuidados propios de la piel es importante dar a los mismos un toque final: el indispensable uso de protector solar y a partir de aquí: el disfrute.