Pantalla Pinamar se realizó con éxito y quienes encuentran en este ciclo una oportunidad de descanso lejano al bullicio del período estival, han podido aprovechar este encuentro que incluyó lo que se vio y lo que se verá en las pantallas nacionales.
Entre las películas que se pudieron disfrutar se encontraron:
Refugiado de Diego Lerman, con J ulieta Díaz, Sebastián Molinaro, Marta Lubos, V alentina García Guerrero, Silvia Bayle, Sofia Palomino, Sandra Villani. Si en Tan de repente -2002-, ópera prima de Diego Lerman, la idea de fuga era una posibilidad de búsqueda y parte de una aventura iniciática, es precisamente la fuga la que domina la tensión dramática de su cuarto opus, Refugiado, y la clave para comprender los alcances de su cine en su rol de narrador. Lerman, no sólo construye un relato de fuga de manera eficaz en la puesta en escena, sino que traza a sus personajes con una gran sensibilidad y sentido de la observación por los gestos, miradas, silencios y pequeños detalles que se van acrecentando a medida que la angustia de Laura, por encontrar un refugio que no esté al alcance de su pareja, -siempre fuera de plano tanto sonoro como visual-, se apodera de la pantalla. Ese in crescendo además encuentra un complemento ideal en la inocencia de Matías, aunque también en su entendimiento de la situación dramática, algo que deja de ser un juego en el momento en que halla a su madre tirada y lastimada en el interior de su departamento. Tiempo de caníbales -Zeit der Kannibalen-, la película alemana de Johannes Naber y Stefan Weigl fue otra de las propuestas. Con estructura de viñetas y una tradición ligada al teatro del absurdo, podría definirse a Tiempo de caníbales como una comedia escéptica y cínica que hace foco en la deshumanización del hombre a partir de la llegada de la globalización al modelo capitalista, fenómeno que marca hoy por hoy el rumbo de las economías mundiales. Los protagonistas, asesores financieros o consultores externos de una empresa multinacional intentan, bajo las coordenadas de la maximización financiera para continuar alimentando la avaricia de sus jefes, realizar negocios en países conflictivos o en vías de desarrollo a fin de penetrar no sólo culturalmente, sino económicamente. La ironía y los apuntes humorísticos sirven de trampolín a los realizadores para saltar al vacío junto al destino de sus execrables personajes y plasmar con inteligencia la radiografía más cruel del colonialismo en su variante moderna.
Historia del miedo de Benjamín Naishtat, con Jonathan Da Rosa, Tatiana Giménez, Mirella Pascual. EL film no pretende establecer ninguna respuesta didáctica al interrogante sobre la inseguridad, ni siquiera pierde el tiempo en la dialéctica maniquea de la lucha de clases para concentrarse sencillamente en las formas de percibir la realidad desde los diferentes puntos de vista de un racimo de personajes, sometidos por el propio director y la puesta en escena meticulosa a distintas situaciones extraídas de la más pura realidad -cortes de luz intermitentes en épocas de calor, presencias amenazantes en plena calle o negocio, un ascensor que se detiene a mitad de piso, etc.-, pero siempre atravesadas por un rasgo distintivo y artificioso que las aleja del corte realista para abrazar de manera sutil los códigos del género y así jugar -hasta el límite- con los climas de tensión, angustia psicológica, a la vez que abre la puerta al reflejo deformante de los prejuicios y las sospechas infundadas sobre los otros. Esos otros en esta trama que se maneja por viñetas y de manera coral se representan desde los rostros o los cuerpos, que por momentos invaden el espacio o el encuadre en un primer plano.
Occidente, la película alemana de Christian Schwochow está basada en la autobiografía de Julia Franck, una química que decidió escapar junto a su pequeño hijo Alexeide Alemania del Este para comenzar una nueva vida en la República Federal Alemana, en los años 70. La película gira en torno a las enormes dificultades de enterrar un pasado cuando la presencia de los fantasmas acecha cualquier intento de olvido. Pero si a eso se le suma la sospecha de espionaje y la presión que ejercía por aquellos años la Stasi, policía secreta alemana, la paranoia y los conflictos personales se van sumando a la par de las trabas de la burocracia, en un refugio donde además la presencia de norteamericanos e ingleses con interrogatorios intimidantes, en busca de activistas o espías soviéticos, es otra cruz que se debe cargar en un calvario por preservar la identidad y hacer uso de la libertad.
La estación del Norte -La gare du Nord-. La coproducción franco canadiense dirigida por Claire Simon cuenta con la participación de Nicole García, Rada Kateb, Francois Damien, Monia Chokri y Sophie Bredler. La estación de ferrocarriles a la que hace alusión el título es el lugar propicio para que los personajes difusos de esta historia se encuentren y desencuentren en medio de la multitud, los murmullos de otras vidas y, por qué no, los fantasmas que esperan su tren para la partida final. Además, el apunte social sin subrayados para encontrar un microcosmos en alegoría al mundo globalizado y a la pérdida de identidad de una Francia en estado de crisis, son los elementos que con destreza y un gran manejo de los tiempos desarrolla Claire Simon en un film hipnótico, melancólico e inolvidable. La actriz Nicole García entrega un formidable personaje que hace de la idea del extravío su verdadera fuerza y motor, acompañada de un elenco sólido y ecléctico para completar un gran film.
El 5 de Talleres. En el segundo opus del argentino Adrián Biniez -ahora radicado en Uruguay-, no hay partidos históricos o recuperaciones heroicas en el resultado chivo de un enfrentamiento al que se da vuelta desde la entereza y la garra de un equipo del Argentino C como lo es Talleres de Remedios de Escalada; en la segunda película del director de Gigante -2009- se clausura de ante mano la idea de épica y se la reemplaza por la de la cotidianeidad, inclusive desde el micro clima de un vestuario o las instancias de un partido de fútbol, sin que el foco de atención sea precisamente este deporte o los deportistas. El protagonista es un jugador de 35 años, temperamental y muy duro en la marca, que transita por la crisis tanto de la edad como de la identidad y que tiene por objetivo tal vez colgar los botines al final del torneo porque los sueños de juventud, los anhelos de adolescencia, como tocar la guitarra, han quedado en offside hace tiempo.
Estos y otros títulos participaron del Programa de la 11ª edición del Festival de cine argentino europeo, Pantalla Pinamar. La apuesta se dobla cada año logrando que este festival se sitúe entre los más importantes de América Latina.