El derrotero de Suzanne Simonin, una joven, hija ilegítima, perteneciente a una familia que se encuentra atravesando una crisis económica, comienza a partir de su reclusión forzada en el convento como parte de la estrategia de una madre castradora ? también adúltera - que va a encontrar su paralelismo, o simetría, en los claustros religiosos a cargo de distintas madres superioras, Madame de Moni - Françoise Lebrun -, la superiora Christine - Louise Bourgoin - y la superiora Saint-Eutrope - Isabelle Huppert -.
Víctima de todo tipo de humillaciones, Suzanne procura resistir los embates de sus superioras con la esperanza de poder - de algún modo - sobrellevar su calvario y, si es posible, escapar.
Sin embargo, el otro aspecto que se desarrolla en esta adaptación libre de la novela de Denis Diderot suma la idea de escarceo sexual por parte del personaje a cargo de la excelente Isabelle Huppert, quien aporta desde su gestualidad y carácter torturado un ingrediente sumamente atractivo para despojar al relato del típico cliché del drama religioso con cierta mirada crítica sobre la iglesia y sus representantes máximos.
La dirección del francés Guillaume Nicloux no busca el detalle en la imagen o caer en la tentación del manierismo para concentrarse exclusivamente en las acciones dramáticas y en la performance de sus actrices. Con una puesta en escena rigurosa, y una banda de sonido incidental que acompaña de manera correcta y no omnipresente, a cargo de Max Richter.
La religiosa, como propuesta de cine alternativo, ante una cartelera abultada de películas tanques o para niños es un interesante plan si es que la búsqueda del público pasa por salir de los lugares comunes siempre que se encuentre dispuesto a vivir un drama con intensidad y donde la lágrima puede aflorar mucho más rápido que de costumbre.