En Chicago, el 1º de mayo de 1886, se produjo una gran huelga con la premisa de hacer vale la máxima ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa, iniciada por 200 000 trabajadores, mientras que otros 200 000 obtuvieron la conquista con la simple amenaza de paro. Así consiguieron una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores, la jornada de 8 horas -en la Argentina se consiguió durante el 1º gobierno de Perón en 1950-.
Existía una ley que prohibía trabajar más de 18 horas, salvo caso de necesidad. Si no había tal necesidad, cualquier funcionario de una compañía de ferrocarril que hubiese obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de 18 horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.
En este contexto se produjeron varios movimientos; en 1829 se formó un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la jornada de ocho horas.
En Chicago, donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país, las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo.
La única fábrica que trabajaba era la fábrica de maquinaria agrícola McCormik que estaba en huelga desde el 16 de febrero porque querían descontar a los obreros una cantidad de sus salarios para la construcción de una iglesia.
El día 2, la policía había disuelto violentamente una manifestación de más de 50000 personas y el día 3 se celebraba una concentración en frente de sus puertas; cuando estaba en la tribuna el anarquista August Spies, sonó la sirena de salida de un turno de rompehuelgas.
Los concentrados se lanzaron sobre los scabs -amarillos- comenzando una pelea campal. Una compañía de policías, sin aviso alguno, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente produciendo 6 muertos y varias decenas de heridos.
El Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, inició el homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas.
Aunque las consignas de los partidos de izquierda fueron recogidas por los gobiernos populistas, se toma este día como icono para rememorar y reconocer su lucha por las condiciones dignas de trabajo, que todavía algunos empresarios de esta aldea global no se dieron por enterados y siguen implementando condiciones laborales esclavas...