No hay un solo estilo de nado, así como tampoco hay un solo estilo de teatro. El dramaturgo y director, Lucas Lagré propone un unipersonal intenso y emotivo que aboca a recuerdos con humor y cinismo, pero sin dejar de lado una ácida melancolía.
Pablo es un instructor de natación de adolescentes. Se viene una gran competencia y debe dar una charla motivacional para sacar al equipo adelante. Intenta, al principio, imponer un tono autoritario. Tono que va modificando, a medida que se introduzca en los recuerdos de su propia infancia, recuerdos que lo llevan hacia un tortuoso pasado de represiones, consecuencia de una figura paterna masculina que hacía sombra mediante el uso de la violencia, así como de la imposición del respeto hacia las tradiciones de una sociedad de antaño, que marcaba el rumbo de cada individuo, que rol debía tener en la sociedad y cómo debía comportarse.
De esta forma, el fantasma del fracaso es el oponente con el que debe lidiar Pablo todos los días, ese oponente que lo persigue, y al que intenta ganarle a través de su alumnado para mantener viva la llama de status quo. Pero todo eso se derrumba cuando queda claro que el fracaso no es más que una represión interna, y que los “valores” masculinos, han destruido los sueños de innumerables adolescentes.
Con Nadar mariposa, Lagréconstruye un relato que crece en intensidad dramática sin perder el sentido del humor gracias a la imponente y destacable performance de su único intérprete, Fernando Sayago, que transmite al público una fuerza en el volumen de voz asombrosa. El protagonista, transforma todo su cuerpo en cada flashback por el que transita la historia que va narrando a sus alumnos. Pocos elementos, pero precisos abren un universo maravilloso.
El público realmente está frente a una pileta, cuya iluminación varía según los ánimos de Pablo, y los géneros que se incorporan a la narración: los recuerdos pueden transformar el relato en drama, comedia o suspenso, pero el personaje -y el actor- siempre nadan en la misma línea, y ahí está el talento: cómo modificar una postura, ascender o descender en el volumen de voz -incluso transformar los colores de las puesta- viajar al pasado o presente y nunca desviarse del andanivel. También esa es la maldición del protagonista: no encontrar la opción de cambiar el rumbo de su vida.
Nadar mariposa es una obra, que hipnotiza no solo por la vigorosidad y atención constante con la que Sayagocontagia al espectador, sino por su extraordinario discurso subliminal, cómo lo que se reprime está latente, lo que se no se dice, se transmite en el cuerpo como un diálogo tácito que invade el aire. La inteligencia e ingenio consiste en que la prosa tome vuelo poético, el humor remate contra la nostalgia, y la metáfora o el eufemismo esté presente sin necesidad de gritarlo a los cuatro vientos. Las reflexiones y múltiples lecturas quedan dentro del espectador, para que saque sus propias conclusiones y consiga confrontarlas con su propio ser y su propio pasado.
El minimalismo de la puesta de Lagrése agranda ante la fuerza motora de un texto, que va creciendo conforme a como crece una brazada o el ritmo de una competencia contra uno mismo, porque al fin y al cabo, todos terminamos nadando solos, y el estilo que elijamos puede ser -o no- solo un mero mecanismo o herramienta para llegar a la línea de llegada. Nadar mariposa transmite eso y mucho más, convirtiéndose en un estimulante triunfo olímpico.
Nadar mariposa, se puede ver en Espacio Polonia, Fitz Roy 1477 con Entradas a $130,00 y $ 100,00. Los sábados a las 20:30 hs. hasta el 26/11/2016.