El Teatro del Abasto recupera los mitos del viejo Hollywood en esta original puesta del director Gustavo Tarrío junto a la dramaturgia de Santiago Loza. La asociación entre ambos realizadores ?tanto de cine como de teatro- dan como origen Esplendor, un hallazgo que mezcla diversos géneros, pero que se podría encapsular perfectamente como un absurdo inspirado en un hecho real.
La acción transcurre en un bote, en medio del mar, donde la actriz Natalie Wood ?de Lomás de Zamora- zarparía por última vez junto con su marido y capitán del navío, Robert Wagner. Los acompañan un joven astro llamado Christopher Walken y Lana, la hermana de Natalie.
Si bien está inspirada en los hechos reales que derivaron en la extraña muerte de la actriz de Esplendor en la hierba, la obra tiene un corazón propio, donde se da un extraño juego de engaños, decepciones y pasiones. Tarrío y Loza apuestan por un tono noir combinado con un humor bizarro, una sátira sobre la decadencia de los ídolos y el envejecimiento. La puesta del director combina escenas de impresionantes coreografías, donde cada actor se integra al decorado, por lo que la danza se integra a este espectáculo, que más allá del drama interno de cada personaje, resulta atractiva por el juego que el cuerpo imprime en cada encuentro entre personajes.
La narración tiene cuatro puntos de vista, otorgándole una faceta seudo policial. Amores cruzados, sensualidad y reflexiones sobre el paso del tiempo, el arrepentimiento y la llegada de nuevas oportunidades. Tanto el barco como la muerte ?en un tono más simbólico- toman protagonismo junto con majestuoso elenco integrado por Valeria Lois, Moro Anghileri, Patricio Aramburu y Eddy García.
Hace dos años trabajé en la puesta de un espectáculo breve para Teatro Bombón con canciones escritas por Santiago, con música de Jape Ntaca y la cantante Manuela Forero Carrillo, recuerda Tarrío acerca del origen de la obra. ?Una rareza que vio muy poca gente. Y hacía mucho que decíamos que queríamos hacer algo juntos. El año pasado, a partir del trabajo en Todo Piola en la misma sala, me pareció que eran buenas las condiciones y le propuse que nos encontremos para llevar adelante un proyecto juntos. También fue fundamental que se sume Laura Palermo en la producción, con quien hice todas las películas.?
¿Por qué Natalie Wood? ¿Qué simboliza en lo personal ella para vos, en la cultura artística?
En la primera reunión Santiago me dijo que viera Esplendor en la hierba, de Elia Kazán. Yo no tenía especial afecto por ella como actriz pero en la película ella está extraordinaria. Empezamos a ver su trayectoria y es impresionante porque trabajó con toda la historia del cine: con Orson Welles como niña prodigio, con Nicholas Ray de adolescente, en musicales con Robert Wise, con Blake Edwards, en la película de Mazursky del cruce de parejas y sus primeros bodrios en sus últimos años... Parecía haber atravesado las épocas bastante bien hasta el comienzo de su decadencia. Gustavo y Santiago conectaron enseguida con la leyenda de su muerte dudosa, la maldición de una gitana que le dijo que no se acerque al agua cuando era una nena: ?Creo que en la segunda reunión hablamos de enfocarnos ahí, en esa historia de revista de chismes. Y aparecieron los personajes del barco, los reales: su marido Robert Wagner, su hermana Lana y Christopher Walken. Todos actores. El desafío de que la acción transcurra arriba de un barco nos estimuló?.
Acaso uno de los factores más divertidos y originales es que los personajes pertenecen al conurbano bonaerense y la acción sucede en el Tigre: ?Santiago se enganchó con la anécdota del Splendor y muy tempranamente le incorporó los barrios del conurbano a cada personaje. Yo no entendía muy bien por qué, pero también me resultó muy familiar el capricho de un Hollywood como centro de nuestra periferia?.
¿Cómo se originó el diseño de la puesta en escena?
Tuve claro que no iba a haber barco fijo. Que quería que se arme y desarme. Hubo varias hipótesis pero no conseguía escenógrafo. Hasta que Virginia Leanza, que trabaja conmigo en Todo Piola, se acordó de Gustavo Di Sarro y me dijo que podíamos congeniar. Ya habíamos empezado a ensayar con las escaleras que había en el Teatro del Abasto. Hablé con Gustavo y me propuso inventar unas escaleras no convencionales que logren la idea del barco. Yo me achiqué un poco y él me dijo algo como ?buscate otro escenógrafo?. Bueno, a los diez días fui a su taller en Tortuguitas y tenía el barco armado, con una escalera de yapa. El resto de la puesta incluye la máquina de espuma que estuvo bastante temprano y el trabajo con la luces de Agnese Lozupone.
¿Cómo es el desafío de crear una obra tan focalizada en el constante movimiento de los intérpretes? ¿Cómo lograron que cada escena simulara una hermosa coreografía, que prácticamente representa números musicales?
Supongo que es un poco un estilo en el que reincido y también con compartir el trabajo en la dirección de actores y el diseño de movimiento con Juan Branca, con quien habíamos trabajado hace 15 años, en 3 ex, una obra que dirigía Moro -Anghileri-, que acá actúa.
¿Qué es envejecer para una estrella?
En Natalie, que murió a los 43, el tema es la inminencia de la vejez. Creo que la obra es un poco eso, una estrella en el umbral de la decadencia. Se asoma, lo que ve no le gusta y se dispone a transitar su última noche. Para las estrellas, en general, no lo sé. Ahondamos en Natalie. Es cierto que en el mundo del cine la vejez puede estar asociada a dejar de ser tenida en cuenta.
¿Cómo evaluaron el componente erótico de la historia?
En otra de las charlas apareció la fantasía de un encuentro erótico entre Robert y Christopher. Son los únicos con posibilidades de concretar... Un poco basados en publicaciones de revistas de chismes que cada tanto reflotaban la muerte de Natalie con algún dato incomprobable. ¿Cómo te fue sorprendiendo la evolución de los ensayos? ¿De que manera cada intérprete le aportó algo a cada personaje?
Valeria Lois, Moro Anghileri y Eddy García fueron pensados antes de que Santiago empiece a escribir. Pensamos la obra para ellos. Con los tres compartimos muchos trabajos previos y somos amigos. No los pensé como intérpretes, es medio al revés. La obra se construye gracias a que pudimos pensar en ellos. Con Patricio Aramburu nunca había trabajado, era más difícil conseguir un actor de esa edad que quiera meterse en el fango de un galán de poca monta. Y ahora es como si nos conociéramos desde hace mucho. Algo de esa energía se tiene que armar. El tipo de trabajo con los cuatro es de aporte permanente y sigue durante las funciones. Una mezcla entre diversión y obsesión.
Es una obra muy lúdica. La puesta ayuda a brindarle un tono irónico artificial, pero que a la vez la hace muy emotiva. ¿Hubo algún tipo de referencia o inspiración visual para el diseño?
Después del estreno me recordaron un trabajo de hace mucho de La pista cuatro, que transcurría en una estructura de hierro. Yo la había visto, es cierto. Pero el diseño visual es resultado del equipo: Gustavo Di Sarro en la escenografía, Ana Press y Flavia Gaitán en el vestuario y Agnese en la luz. Otro aspecto bien importante es la música original de Carmen Baliero, con quien trabajo por primera vez.
Ambos dividen sus carreras entre el cine y el teatro, ¿piensan hacer alguna película más adelante o tienen pensado algún proyecto que los reúna y combine ambas disciplinas?
No lo hablamos todavía, a mi me encantaría. En principio, todos mis reparos en cuanto a trabajar con una obra escrita/terminada, en este caso no tenían sentido. Me planteó una dificultad, pero también un territorio más calmo, al menos en ese aspecto del trabajo. Y Santiago acompañó el proceso en todas las etapas y eso fue importante para mí. Lo agradezco mucho. Igual la pregunta me despierta algunas ideas, las voy a hablar con Santiago.